Ante todo, el autor quiere hacer su profesión de fe: cree en Jesús resucitado, soberano de los reyes de la tierra (1,5). Ese Jesús, prosigue, nos ama; nos ha lavado de nuestros pecados con su sangre; y nosotros, los cristianos, como primer servicio que hemos de hacer, tenemos que tributar a Dios la adoración del mundo que él ha creado y salvado (1, 5-6). Dios es "el Alfa y la Omega" (primera y última letra del alfabeto griego), es decir el comienzo y el fin de todo; él tiene la primera y la última palabra. Entre el comienzo y el fin, la historia de los hombres no es más que un intermedio, como el poder de los emperadores.
|