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LOS 1.000 AÑOS DE REINADO

¡Que estén tranquilos los creyentes, los cristianos! Participan ya ahora de la victoria de Cristo sobre las fuerzas del mal. Juan los ve en tronos gloriosos (20, 4), es decir reinando con él. De hecho, ¿acaso no han resucitado ya con Cristo? ¿No participan ya de la vida divina? Viven o reviven de ella. No tienen nada que temer de eso que Juan llama "la segunda muerte", que es la separación definitiva de Dios. 

Parece ser que es esto lo que significa la imagen en cifra de los 1.000 años de reinado, que han hecho correr tanta tinta. Este número puede significar la duración de la historia de la iglesia entre la resurrección y la segunda venida de Cristo. Pero, como se ha señalado anteriormente, se trata de un número simbólico para hablar de una duración larga, de una multitud de personas o de cosas. No hay que tomarlo al pie de la letra. Por consiguiente, no tenemos que imaginarnos un reinado glorioso de Cristo y de sus fieles durante 1.000 años en la tierra al final de los tiempos, como piensan los "milenaristas", como preludio a la felicidad final del cielo. 

No olvidemos que la derrota de Satanás se realiza desde la pasión de Cristo y que ya "ha sido echado fuera" Gn 12,31). Los salvados "han pasado ya de la muerte a la vida". Tenemos que quedarnos en el terreno de la visión, de la fe que contempla, sin pasar al terreno del cálculo, del enigma que descifrar, como hemos señalado anteriormente. 

¿Habrá en los últimos tiempos del mundo un desencadenamiento final de las fuerzas del mal? El autor del Apocalipsis habla de ello bajo los nombres de Gog y de Magog, hordas de unas poblaciones de las orillas del mar Negro, para simbolizar por lo visto la brutalidad. Es posible. Pero no se trata de una profecía para el futuro. Su libro es un libro de enseñanza y sus visiones son visiones de fe. Por tanto, poco importa. De todas formas, el diablo y sus satélites serán vencidos. El vidente los ve hundirse en el lago de fuego y azufre (20, l0).