Apocalipsis: Visión delirante de un mundo fantástico en donde los jinetes celestiales siembran el terror entre los hombres. Todas las fuentes de agua, los ríos y los mares se cambian en sangre. De los abismos de la tierra y del océano surgen dragones cuya cabeza se parece a la del leopardo, cuyas patas son como las del oso, y con fauces de león. Viene luego un "gran dragón rojo como el fuego" de siete cabezas y diez cuernos que con su cola barre la tercera parte de las estrellas del cielo para hacer que se precipiten sobre la tierra. ¡Una verdadera guerra de planetas, como las de nuestra moderna televisión!
Apocalipsis: Visión del fin del mundo, de la destrucción de todos los valores morales, de la última gran batalla definitiva, la célebre batalla de Harmaguedón en la que Satanás, el diablo, el seductor, "se verá precipitado al estanque de fuego y azufre".
Estamos viviendo una época de grandes convulsiones que desencadenan una profunda angustia sobre el porvenir de nuestro planeta tierra, del universo amenazado en su equilibrio total por las guerras químicas y las poluciones de todo tipo. La ascensión de los totalitarismos en sus diversas formas que desfiguran el rostro humano: las persecuciones, la tortura, el asesinato son cosas de cada día. En este clima de angustia, numerosos movimientos religiosos hacen una lectura del Apocalipsis de Juan en clave cronológica e identifican cada uno de los acontecimientos de hoy a la luz de la biblia. No faltan quienes se ponen a hacer cálculos eruditos a fin de señalar la fecha del fin del mundo.
Apocalipsis: ¿Será acaso la visión de un mundo fantástico o de la destrucción final y catastrófica de la humanidad y del universo entero? En su traducción literal del griego, Apocalipsis significa revelación, levantar el velo. Hay que subrayar enérgicamente que el Apocalipsis de Juan es ante todo el libro de la revelación, no en el sentido de una predicción, sino en el sentido de que Dios, a través de las visiones concedidas al apóstol Juan, quiere dar a conocer a sus amigos el rol verdadero de la historia de los hombres, que se ha abierto a un mundo totalmente distinto después de la resurrección de Cristo. Este mundo nuevo, esta tierra nueva en la que ya no habrá guerra, ni sufrimiento, ni muerte, está ya ahí. Por la fe en Cristo vivo se entra ya desde ahora en este mundo radicalmente nuevo. Por mi compromiso en cuanto amigo de Cristo, en cuanto iglesia de Cristo muerto y resucitado, participo ya desde ahora en la lucha contra todas las fuerzas que destruyen el rostro de mi hermano perseguido, torturado, asesinado.
Apocalipsis: Este último libro de la biblia me revela el triunfo final de Dios sobre todas las fuerzas de muerte. El anima a la iglesia, me estimula a la fidelidad en medio de las pruebas, me urge, aquí y ahora, a sacudir mi indiferencia, mi fatalismo, mi tibieza y mis temores ya dejarme convertir siempre de nuevo por el Espíritu Santo que transforma toda mi vida, la iglesia universal.
De este modo, la comunidad cristiana por entero es la que reconoce como único señor y salvador de todos los hombres a Cristo crucificado y resucitado. El es el comienzo y el final de la historia de la humanidad y pone en el corazón de sus amigos una esperanza inaudita: ver el rostro de Dios, vivir con el Padre, con el Hijo, con el Espíritu Santo para siempre. Esperanza que no es desinterés por el mundo desgarrado de hoy, sino profunda participación en los sufrimientos de Cristo y en su victoria sobre el mal. Esperanza que hace brotar en el seno de la iglesia este grito gozoso: "¡Ven pronto, Señor Jesús!".
MARIANNE STUBY
Pastor de la iglesia reformada del cantón de Vaud