El dragón tiene dos cómplices, dos satélites, que el vidente llama "las dos fieras". La primera tiene 7 cabezas y 10 cuernos, lo mismo que él. Bajo esta imagen hay que ver al imperio romano perseguidor de los cristianos y, de una manera general, al estado-dios. Sube del mar: Roma reina sobre todo el Mediterráneo, aquel inmenso "lago" en el centro de sus territorios. Los nombres blasfemos que lleva inscritos en sus cabezas son los títulos divinos que se arrogan sus emperadores: "el adorable", "hijo de Dios", "salvador". Este monstruo parodia al cordero, que se presentaba como degollado pero vivo (5, 6), es decir a Cristo en su muerte y su resurrección; efectivamente, una de sus cabezas está herida de muerte, pero se cura esa herida mortal (13, 3). El Anticristo se presenta así con el disfraz de Cristo para hacerse aclamar. Finalmente, esta fiera lleva una cifra misteriosa: 666. Se trata de un enigma para señalar el nombre de un individuo. En efecto, en griego, la lengua corriente de aquella época, se representaban los números por las letras del alfabeto; por ejemplo, A = 1; I = 10; O = 70; R = 100; etc. Por tanto, las letras de una palabra pueden considerarse como números y sumas. Pues bien, sumando las letras de "Nerón César" se obtiene 666. Sabemos que Nerón fue el primer emperador perseguidor de los cristianos. Por eso el autor del Apocalipsis quiere designar así al imperio romano convertido en perseguidor, en otras palabras al estado-dios.
A este c. 13 podemos añadir el c. 17 en donde Juan refiere una visión que es en cierto modo un doble de ésta. Sobre la fiera ve a una mujer. Es una figura de la Roma imperial: montada en la fiera de 7 cabezas, lo mismo que Roma situada sobre las 7 colinas (17, 9). Las alhajas que la adornan indican la riqueza de la capital. Es rica, pero insolente. Se ha entregado a toda clase de cultos idolátricos y por eso se la llama aquí la "prostituta"; se embriaga con la sangre de los creyentes, fieles a Jesús. Volvamos al c. 13. Esta fiera tan poderosa recibe además la ayuda de otra en su obra de persecución. Bajo la máscara de esta segunda fiera, que esta vez sale de la tierra, y bajo su piel de oveja, como dice el evangelio (Mt 7, 15), se ocultan los propagandistas del mal y los falsos profetas. El clero pagano, especialmente el asiático, predicaba el culto imperial y lo favorecía con toda clase de supercherías. Esta segunda fiera hace levantar una estatua a la primera y la hace adorar (13, 14). Y exige que para poder comerciar, para obtener cualquier tipo de alimentos, se lleve escrita en la frente o en la mano la cifra de la fiera (13, 16-17). Bajo la máscara de este segundo monstruo, podemos ver, al parecer, todas las ideologías, desde el racismo hasta la intolerancia religiosa, que están al servicio de las dictaduras, intentando gobernar las conciencias, obligando a la gente a inscribirse en partidos o en movimientos oficiales so pena de perder el puesto de trabajo o de carecer de lo necesario para vivir. Todo el que resista y se le oponga tiene que verse internado, deportado o ejecutado. |