¿Qué hay entonces en esta religión cristiana que seduce de este modo? ¿Qué es eso tan extraordinario que admiran en la vida de los que creen en Jesucristo ? ¿Qué es lo que motiva la adhesión de tantas personas? En primer lugar, el propio mensaje evangélico. Para captar todo su impacto, es preciso saber que en este primer siglo d. C., a pesar del escepticismo de los pensadores y de la incredulidad de la sociedad distinguida, el sentimiento religioso sigue estando profundamente anclado en la mentalidad general. Pero la invasión de las divinidades griegas con sus aventuras inmorales acaban arrojando el descrédito sobre la religión oficial. El teatro da a conocer las historias y los escándalos de esos dioses y diosas; y con ello la divinidad queda ridiculizada. Los espíritus religiosos se dan cuenta perfectamente de que todo aquello suena a vacío y se orientan hacia nuevos cultos. Sienten una necesidad de regeneración, en la que predomina la idea de expiación. El culto a Mitra conoce un momento de moda, con sus ritos extraños como el del taurobolio: el iniciado desciende a una fosa cubierta por un techo agujereado, mientras que encima del mismo se degüella un toro, y caen sobre él las gotas de su sangre; cuando sale de la fosa, cubierto de sangre, con un aspecto horrible, se echa a sus pies como para adorarlo, porque ha sido regenerado por toda la eternidad. El culto a Isis de Egipto promete también el perdón de los pecados y la paz de los remordimientos, después de una larga serie de ayunos y la abstención de los placeres carnales. El iniciado, después de todas esas pruebas, es llevado al secreto de un santuario donde recibe revelaciones misteriosas sobre la suerte que le aguarda en el más allá. Porque se quiere levantar el velo de la otra vida; la tumba resulta demasiado agobiante y en ella no se ve más que espanto y aniquilación. Las personas insatisfechas y que buscan una solución acuden otras veces al judaísmo, que deja vislumbrar la llegada de una edad de oro. Se escucha al pequeño comerciante que suspende su trabajo, para empezar a hablar de Dios, de los profetas y sobre todo del mesías que va a venir. Algunos se afilian a la religión de Moisés y frecuentan las sinagogas. A toda esta gente que se pregunta por el sentido profundo de la vida, que está angustiada ante la muerte y quiere asegurarse una supervivencia, el cristiano le ofrece una respuesta: Cristo, y Cristo resucitado. y esta respuesta debidamente presentada seduce, satisface y, con la gracia de Dios, lleva a la adhesión. Pero es sobre todo el espectáculo de la vida de los cristianos lo que sorprende, lo que atrae manifiestamente y seduce a muchos.
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