Una vez cubiertas las necesidades básicas (comida, vestido, vivienda, etc.), los hombres nos encontramos con necesidades nuevas, muchas de las cuales son exclusivamente nuestras, no compartidas (al menos por lo que sabemos hasta ahora) por ningún otro ser de los que pueblan el Universo.
La primera de estas necesidades es la de entender el mundo en que vivimos: de dónde viene, cómo está hecho y qué lugar ocupo yo en él.
Por medio de los mitos, las religiones han proporcionado respuestas que orientaban al hombre sobre su posición en el mundo. Aunque en algunas épocas las explicaciones religiosas han chocado con las ideas científicas, hoy en día no sólo pueden coexistir perfectamente, sino que incluso podemos descubrir las imágenes míticas en el fondo de muchas teorías consideradas científicas.
En realidad, los mitos están más cerca de la poesía que de la ciencia, y más de la imaginación que del experimento; pero su vigencia nos muestra que, tras los hechos precisos que la ciencia trata de aferrar, la realidad conserva todavía y conservará siempre un fondo de misterio.