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2.5. El hombre, carne de la divinidad

Muchos mitos insisten en la semejanza del hombre con el dios creador, que va más allá de la que pueda tener cualquier otra criatura. Esta semejanza puede expresarse con símbolos tales como el recibir la vida por el aliento divino (mitos babilónico y bíblico), etc.

Pero donde el pensamiento mítico llega más lejos en este aspecto es cuando presenta al dios creando a los hombres no de una materia como el barro, la piedra o un vegetal, sino de su misma carne.

Un ejemplo lo tenemos en el relato maya de la creación: la cuatemidad de dioses llamados bacabs decide crear al hombre. Los dos primeros dioses hacen hombres de arcilla y madera, pero unos se deshacen en agua y otros no resisten el fuego, por lo que mueren. El tercer dios hace hombres de oro, que resisten bien el agua, el viento, el fuego, etc., pero carecen de sentimientos. Finalmente, el último dios se corta los dedos de la mano y con ellos hace hombres de carne, que satisfacen a los dioses y además ablandan a los hombres de oro (ricos), que desde entonces deberán ocuparse de ellos.

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