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5.4 - Pablo VI y la solidaridad universal: La encíclica Populorum progressio

«Manifiesto mi convicción de que la Populorum progressio merece ser considerada como la Rerum novarum de la época contemporánea que ilumina el camino de la humanidad en vías de unificación» (Benedicto XVI, Caritas in veritate, 8).

«Hoy el hecho más importante del que todos deben tomar conciencia es el de que la cuestión social ha tomado una dimensión mundial». «La solidaridad universal, que es un hecho y un beneficio para todos, es también un deber». «Hay que decirlo una vez más: lo superfluo de los países ricos debe servir a los países pobres» (Populorum progressio, 3, 17 y 49).

«No hay ninguna razón para reservarse en uso exclusivo lo que supera a la propia necesidad, cuando a los demás les falta lo necesario. En una palabra: «el derecho de la propiedad no debe jamás ejercitarse con detrimento de la utilidad común» (Populorum progressio, 23).

«Pero, por desgracia, sobre estas nuevas condiciones de la sociedad, ha sido construido un sistema que considera el lucro como muestra esencial del progreso económico, la concurrencia como ley suprema de la economía, la prosperidad privada de los medios de producción como un derecho absoluto, sin límites ni obligaciones sociales correspondientes. Este liberalismo sin freno, que conduce a la dictadura, justamente fue denunciado por Pío XI como generador del imperialismo internacional del dinero» (Populorum progressio, 26).

«El desarrollo integral del hombre no puede darse sin el desarrollo solidario de la humanidad» (Populorum progressio, 43). «El deber de solidaridad de los personas es también de los pueblos» (Populorum progressio, 48).

«Es decir que la regla del libre cambio no puede seguir rigiendo ella sola las relaciones internacionales. Sus ventajas son ciertamente evidentes cuando las partes no se encuentran en condiciones demasiado desiguales de potencia económica: es un estímulo de progreso y recompensa el esfuerzo. Por eso los países industrialmente desarrollados ven en ella una ley de justicia. Pero ya no es lo mismo cuando las condiciones son demasiado desiguales de país a país: los precios que se forman "libremente" en el mercado pueden llevar consigo resultados no equitativos. Es por consiguiente el principio fundamental del liberalismo, como regla de los intercambios comerciales, el que está aquí en litigio» (Populorurn progressio, 58).

«Constructores de su propio desarrollo, los pueblos son los primeros responsables de él. Pero no lo realizarán en el aislamiento» (Populorum progressio, 77).