3.1 - Las declaraciones de derechos (soporte a la participación)
Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano de Agosto de 1789. Basada en la concepción rousseauniana y relativista del Contrato Social: «Puesto que la naturaleza no produce ningún derecho, quedan, pues las convenciones como base de toda autoridad legítima» (Jean Jacques Rousseau, Contrato Social, Libro 1, Cap. IV). «La voluntad general es siempre recta» (Contrato Social, Libro ll, Cap. lll). «La vida no es tan sólo una merced de la Naturaleza, sino un don condicional del Estado» (Contrato Social, Libro ll, Cap. V). Los derechos no son naturales sino fruto de un pacto.
Declaración de derechos de la ONU de 1948: «No se nos oculta que ciertos capítulos de esta Declaración han suscitado algunas objeciones fundadas. Juzgamos, sin embargo, que esta Declaración debe considerarse un primer paso introductorio para el establecimiento de una constitución jurídica y política de todos los pueblos del mundo» (San Juan XXIII, Pacem in terris, 144). Alude a la falta de referencia al derecho natural como fundamento, lo que da fragilidad a la declaración, lo mismo que a la carencia de deberes.
La declaración de derechos y deberes de la encíclica Pacem in terris fundamenta el reconocimiento de los derechos en la dignidad permanente de la persona hecho a imagen y semejanza de Dios. Así:
- a. Derecho a la existencia y a un decoroso nivel de vida (Pacem in terris, 11).
- b. Derecho a la buena fama, a la verdad y a la cultura (Pacem in terris, 12).
- c. Derecho al culto divino (Pacem in terris, 14).
- d. Derechos familiares (Pacem in terris, 15, 16 y 17).
- e. Derechos económicos (Pacem in terris, 18, 19 y 20).
- f. Derecho a intervenir en la vida pública (Pacem in terris, 26).
- g. Derecho a la seguridad jurídica (Pacem in terris, 27).
Se añade un cuadro de deberes, pues: «cualquier derecho fundamental del hombre deriva su fuerza moral obligatoria de la ley natural, que lo confiere e impone el correlativo deber. Por tanto, quienes, al reivindicar sus derechos, olvidan por completo sus deberes o no les dan Ia importancia debida, se asemejan a los que derriban con una mano lo que con otra construyen» (Pacem in terris, 30).