2.6 - Pablo VI y el humanismo de la gracia
A Pablo VI le correspondió la tarea de clausurar el Concilio Vaticano II y conducir a la Iglesia por el camino del PostConcilio. Su primera Encíclica, Ecclesiam Suam (6-8-1964) la dedicó al diálogo y a reflexionar sobre cuestiones que, preocupando a la Iglesia, eran también las preocupaciones de sus contemporáneos: (…) la elevación de jóvenes naciones a la independencia y al progreso civil, las corrientes del pensamiento moderno y la cultura cristiana, las condiciones desgraciadas de tanta gente y de tantas porciones de la Iglesia a las que son negados los derechos propios de ciudadanos libres y de personas humanas (ES 15). La paz, preocupación fundamental del Papa y de esta Encíclica, constituyó el contenido de su Discurso en la Sede de la ONU (4-10-1965). La primera vez que un Papa se dirigía a esta institución, concretamente en su vigésimo aniversario, lo hizo para agradecer la existencia de una institución internacional que reconocía el valor ético y jurídico de las comunidades nacionales soberanas, que garantizaba la ciudadanía internacional, que consagraba los principios reguladores del derecho, la justicia, la razón y los tratados y que había dado acceso a los pueblos jóvenes y a los Estados recién llegados a la independencia y a la libertad nacionales. Ello era prueba de universalidad.