1.1 - El modelo antropológico del cristianismo
El cristianismo no tiene una antropología filosófica como tal, sino teológica. Es decir, su idea y su interpretación del ser humano y del sentido de su existencia vienen determinadas por su concepción y su experiencia del Dios de Jesucristo, así como del propio acontecimiento salvífico de Cristo.
De esos datos provienen algunas intuiciones esenciales e irrenunciables sobre el hombre para la fe cristiana: la idea del hombre como un ser ‘creado’; la categoría de ‘imagen de Dios’; las características de libertad, dignidad y autonomía del ser humano creado; la identidad del hombre como ‘persona’; la caracterización del hombre como unidad psicosomática (no un compuesto de dos realidades diferentes –alma y cuerpo–, sino una unidad de varias dimensiones constitutivas interdependientes); el concepto teológico de participación en la filiación divina de Cristo (“hijos en el Hijo”); la gran consecuencia, no sólo ética, sino teológica: el otro, el prójimo, como criterio de verificación de la fe en Dios y de la presencia de Dios en la vida y las opciones de una persona (criterio determinante para la configuración de la doctrina social de la Iglesia).