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1.2 - Dimensiones de la persona

El concepto de “persona” es determinante en la interpretación del ser humano. Con este enunciado la fe cristiana responde a la pregunta sobre la identidad del sujeto humano, sobre el quién: el hombre no es sólo algo, es alguien; no es sólo naturaleza, es persona. Pero hay que matizar que no es cierto del todo que el pensamiento griego no conoció en absoluto la idea, ni tampoco es cierto que el concepto se acuñase exclusivamente en los debates patrísticos sobre el misterio trinitario.

Para el cristianismo el concepto de persona encierra dos ideas fundamentales: 1) que el hombre es un sujeto consciente de sí y que, por lo mismo, dispone de sí; y 2) que el hombre dispone de sí para ‘hacerse disponible’, es decir, que el hombre es, constitutivamente, un ser relacional: es (no tiene) relación consigo mismo, con el prójimo, con la naturaleza y con Dios. Estos polos referenciales son los que hacen de él una persona, capaz de emitir (y exigido a emitir) una respuesta con su propia existencia a esas referencias constitutivas que, por lo demás, conforman toda una serie de dimensiones de la existencia personal que veremos a continuación.