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2.1 - Rerum Novarum (15-5-1891)

Despertado el prurito revolucionario que desde hace ya tiempo agita a los pueblos, era de esperar que el afán de cambiarlo todo llegara un día a derramarse desde el campo de la política al terreno, con él colindante, de la economía. En efecto, los adelantos de la industria y de las artes, que caminan por nuevos derroteros; el cambio operado en las relaciones mutuas entre patronos y obreros; la acumulación de las riquezas en manos de unos pocos y la pobreza de la inmensa mayoría; la mayor confianza de los obreros en sí mismos y la más estrecha cohesión entre ellos, juntamente con la relajación de la moral, han determinado el planteamiento de la contienda.” (RN 1)

León XIII comienza contextualizando la cuestión social o cuestión obrera que constituye el objeto de “las cosas nuevas". Partiendo de los cambios revolucionarios vividos en los siglos XVIII y XIX —Revoluciones Francesa y Estadounidense, revoluciones liberales, procesos de independencia y liberación nacional en Europa y América, estallido del nacionalismo liberal y romántico— el Papa constata que el afán de cambiarlo todo, traducido en la pretensión humana de construir un orden institucional jurídico-político al margen de la tradición se derrama (…) al terreno, con él colindante, de la economía. RN certifica algo que la historia enseña: sólo cuando las estructuras políticas de Antiguo Régimen dieron cabida al principio de libertad política, se podría recorrer el camino de la libertad económica.

El paso de una sociedad estamental a una sociedad de clases, el paso de una economía de subsistencia a una economía productiva, el paso de una sociedad agraria a una sociedad industrial, trastocan los pilares de las llamadas sociedades tradicionales. La tierra deja de ser expresión de la riqueza, la continuidad y la tradición para verse sustituida por el capital, la inversión y la productividad. Este cambio, lejos de ser de naturaleza exclusivamente económica, se manifiesta en cinco niveles:

1. Cambio tecnológico. 2. Cambio laboral. 3. Cambio en la distribución de la riqueza. 4. Cambio social. 5. Cambio cultural.

Estamos, pues, ante un cambio poliédrico que no puede comprenderse, como tampoco resolverse, sólo y exclusivamente, desde una de las anteriores cinco dimensiones. La cuestión social generada por el paso de una sociedad tradicional a una sociedad industrial debe ser abordada en su totalidad. Lo que pasa por aceptar que la nueva sociedad industrial alberga un conflicto implícito, fruto de ideas y procedimientos que, lejos de promover el bien común, benefician a unos y perjudican a otros: Tampoco olvida León XIII la importancia que en el análisis de la cuestión social tienen elementos que podríamos llamar de psicología social, algo similar notaremos en PP, que se reflejan en un estado de ánimo colectivo: punzante ansiedad, anhelos de los hombres, movilización. Es tal el estado de cosas que León XIII no pasa por alto un dato de extrema importancia: la participación de la política en la resolución del conflicto social. Algo que, a finales del siglo XIX pone de manifiesto la transformación interna de los postulados prácticos del liberalismo gobernante.

El realismo obliga a ver lo que acontece sin prejuicios de tipo ideológico. Por esta razón, en un contexto histórico-cultural fuertemente marcado por la contraposición ideológica entre el liberalismo y el socialismo-marxista, León XIII se esfuerza por analizar el objeto de la cuestión social, descubrir su verdad y, como consecuencia de ello, pasar a demostrar que las ideologías dominantes —liberalismo y marxismo— son puros sofismas.

La razón es aparentemente simple: el olvido de Dios; y, como consecuencia de ello, el olvido del hombre. Se trata de que resplandezcan ―los principios con que poder dirimir la contienda conforme lo piden la verdad y la justicia. Y de entre esos principios brota el que para León XIII entraña la clave de la resolución de la cuestión social: la determinación de los derechos y deberes dentro de los cuales hayan de mantenerse los ricos y los proletarios, los que aportan el capital y los que ponen el trabajo.

La cuestión social es consecuencia de una relación conflictiva entre trabajadores y empresarios que debe ser, en la medida de lo posible, regulada jurídicamente. Frente a las reivindicaciones de derechos en las que se mueven las partes en conflicto el Papa tercia sosteniendo la reciprocidad entre derechos y deberes de los que son titulares, y al mismo tiempo, los ricos y los proletarios.