Al final del Neolítico, aparecen en Europa Occidental una serie de construcciones realizadas a base de piedras de gran tamaño. Se distinguen varios tipos: el menhir (a veces formando alineamientos junto con otros menhires), el dolmen, el cromlech, etc.
Parece claro que, al menos en el caso de los dólmenes, la función es fundamentalmente funeraria: señalar el lugar de enterramiento, probablemente de un jefe o personaje importante de la comunidad.
Los alineamientos y cromlech, como los de Carnac y Stonehenge respectivamente, revelan, debido a su disposición en relación con el Sol y otros astros, indicios de un probable culto solar.