Saltar la navegación

LA PERSONA RELIGIOSA ESTÁ AL LADO DE TODOS LOS HOMBRES DE LA TIERRA

Una visión así de la moralidad y de su fundamento último no aísla y separa al creyente de los demás hombres de la Tierra. Por el contrario, lo une y lo vincula a ellos -sean personas religiosas o no lo sean- porque tiene la seguridad de que allí donde haya personas que luchan por la justicia, por la bondad y por el amor entre todos, está actuando Dios desde las profundidades de la familia humana. Y esto es así, aunque tales personas se sientan ajenas a la religión y a la fe misma en Dios. El Concilio Vaticano II ha expresado esta idea, en relación con los cristianos, de forma admirable: 

"La fidelidad a la conciencia une a los cristianos con los demás hombres para buscar la verdad y resolver con acierto los numerosos problemas morales que se presentan al individuo y a la sociedad. Cuanto mayor es el predominio de la recta conciencia, tanta mayor seguridad tienen las personas y las sociedades para apartarse del ciego capricho y para someterse a las normas objetivas de la moralidad. No rara vez, sin embargo, ocurre que yerre la conciencia por ignorancia invencible, sin que ello suponga la pérdida de su dignidad. Cosa que no puede afirmarse cuando el hombre se despreocupa de buscar la verdad y el bien y la conciencia se va progresivamente entenebreciendo por el hábito del pecado." 

(Concilio Vaticano II. Gaudium el Spes, nº 16)