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FE CRISTIANA Y VIDA MORAL

Se trata de aclarar la relación que se da entre la fe cristiana y la moral y, al mismo tiempo, poner de manifiesto la forma en que la fe cristiana orienta la moral.

El cristiano no sólo cree en Dios: Sin duda que esto es fundamental y constituye el punto de partida de la fe cristiana. Sin embargo, aquí hay que destacar ya un aspecto importante: el cristiano no cree simplemente en el Ser supremo de los filósofos o en una cierta idea de Dios a la que llega por su inteligencia y su razonamiento, tampoco en un Dios que viniera a ser como el resumen del Dios de las religiones monoteístas.

El cristiano cree en el Dios que se ha revelado al hombre en Jesús de Nazaret: Es precisamente aquí donde está el centro y el punto esencial que configura la moral cristiana. Esto es claro para el cristianismo, intentaremos sacar las consecuencias que de aquí se deducen en relación con la moral.

Una cosa tiene que quedar muy clara desde el primer momento: creer no es Sólo decir que aceptamos una serie de "verdades" porque han sido reveladas por Dios; creer es comprometerse. Esto es, un compromiso total de la persona en el que interviene, naturalmente, la inteligencia, pero también la voluntad y la totalidad del comportamiento del creyente. Siendo esto así, nos es fácil comprender que el comportamiento moral viene a formar parte de la respuesta del creyente al Dios revelado en Jesús.

Y el Dios revelado en Jesús se manifiesta como Amor: La palabra Amor ha sido escrita aquí con mayúscula, conviene fijarse en esto. Quiere decir que hemos personalizado el Amor, le hemos dado categoría de absoluto. No estamos haciendo disquisiciones extrañas al afirmar tal cosa. Un discípulo de Jesús de la primera hora lo entendió así: 

"Dios es amor: quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios con él."

(1Jn 4,16)

El comportamiento moral del cristiano deberá reflejar el amor: Es la consecuencia directa del planteamiento precedente, así de sencillo. El cristiano tiene la convicción de que cuando ama a los demás, cuando se porta bien y bondadosamente con los otros, está amando a Dios. El mismo escrito de donde sacamos la breve frase anterior, lo precisa de forma negativa con extrema claridad:

"El que diga "Yo amo a Dios", mientras odia a su hermano, es un embustero, porque quien no ama a su hermano, a quien está viendo, a Dios, a quien no ve, no puede amarlo." 

(1Jn 4,20) 

Según esto, creer y amar a Dios lleva consigo, de forma ineludible, creer en los demás y amar a los demás, que son también hijos de Dios y hermanos. La moral cristiana, por consiguiente, está profundamente enraizada en la fe cristiana, no es comprensible sin ella y menos es realizable sin ella.