JESÚS

 

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¡Vive!

Resurrección

Parece que todo está acabado, los discípulos desaparecen y se esconden por miedo y desesperación, decepcionados quizás por haber seguido a un mesías impotente. Sólo las mujeres, y en especial María Magdalena –la pecadora arrepentida- tienen el coraje de ir hasta la tumba al tercer día, con perfumes y aromas. Y no sólo se encuentran la tumba vacía, sino que Jesús mismo se les aparece y les pide que anuncien su resurrección a los demás y les diga que va delante de ellos a Galilea. Pedro y Juan, pensando que las mujeres desvarían se dirigen a la tumba y comprueban que el cuerpo de Jesús ha desaparecido. Cristo resucitado se aparece entonces a sus discípulos, incluso al  incrédulo Tomás y más tarde en el camino de Damasco a Pablo que escribirá: “… Os he dado a conocer la enseñanza que yo también recibí… que Cristo murió por nuestros pecados, como dicen las Escrituras;  que lo sepultaron y que resucitó al tercer día, como también dicen las Escrituras;  y que se apareció a Cefas y luego a los doce… Por último se me apareció también a mí, que soy como un niño nacido fuera de tiempo” (1Cor 15,3-8).

Al principio era la Palabra, y la Palabra estaba con Dios y era Dios (...) y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros…”(Jn 1,1.11). Esta declaración de fe “teológica” viene a confirmar lo que Jesús había significado: “…Antes de que Abraham existiera, ya existía yo” (Jn 8,58).

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