SITUACIÓN SOCIAL
Ateniéndonos a la clasificación usual, podemos hablar de tres clases sociales: alta, media y baja. Clase alta o aristocracia. Pertenecían a ella los grandes terratenientes, a quienes los pequeños campesinos, tal vez endeudados por las malas cosechas o como resultado de desgracias familiares, habían vendido lo poco que tenían; los profetas habían denunciado la injusta acumulación de las fincas en unos pocos propietarios. Venían luego los publicanos, funcionarios al servicio del Imperio, para el cual recaudaban los impuestos a la gente; muchos se habían hecho ricos, aunque no sin engaño y estafa. Siguen los grandes comerciantes, que sacaban mucho dinero de las caravanas de mercaderes que cruzaban el suelo de Palestina y servían al público multitud de productos. Finalmente está la nobleza sacerdotal, o sea, las familias de los sumos sacerdotes; eran quienes controlaban las finanzas del templo al que afluía, como antes hemos dicho, un río de dinero. Clase media. En ella hay que incluir a los sacerdotes, que vivían con austeridad, pues no todos los judíos eran tan religiosos como para pagar los diezmos. También están los pequeños comerciantes y artesanos, propietarios de una tienda o taller; no eran asalariados, pero vivían con estrecheces. Un tercer grupo, que vivía con más desahogo, estaba formado por industriales y obreros relacionados con la vida del templo. Clase baja. El resto de la población era el pueblo llano y sencillo. Eran los que no tenían dinero, ni influencia, ni cultura. Muchos de ellos llenaban cada mañana las plazas de las aldeas, esperando a que alguien viniera a encargarles algún trabajo; como jornal recibirían un denario, justo para el mantenimiento diario de una familia. Había esclavos, pero no muchos. Lo más natural es que estas masas humanas, que no tenían ningún peso en la vida social, esperasen con ansia la hora de su liberación. Situación de la mujer. La mujer no tenía los mismos derechos civiles y religiosos que los varones. Una mujer dependía totalmente de su padre hasta la edad de doce años, en la que se solían celebrar los esponsales, y un año después tenía lugar el matrimonio. A partir de entonces la mujer pasaba a depender totalmente del marido. Éste podía divorciarse, ella no. En el templo, la mujer no podía pasar del atrio reservado a los gentiles y las mujeres. En el culto de la sinagoga o del templo no jugaba papel alguno. Solamente se limitaba a escuchar. En resumen, la mujer estaba considerada como menor de edad y dependía siempre de un hombre. Marginados. Los publicanos eran marginados porque cobraban, por arriendo de los romanos, los tributos. Como el dinero cobrado tenía que sobrepasar el tributo para que les quedara ganancia, cometían muchos abusos y el pueblo en general los odiaba y los tenía por ladrones. Determinados enfermos, sobre todo de la piel (tenidos por leprosos) y de afecciones mentales o nerviosas (calificados como posesos o endemoniados) se veían apartados de toda vida social, incluso la religiosa. Los discapacitados (cojos, ciegos, paralíticos…), frecuentemente convertidos en mendigos, eran otro tipo de marginados. Los gentiles (los que no eran judíos) y los pecadores públicos (publicanos, prostitutas, adúlteras, etc.) eran discriminados por motivos morales-religiosos. |
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