MATRIMONIO
El Génesis, el primer libro de la Biblia, dice: “No es bueno que el hombre esté solo". Entonces, Dios creó a la mujer, delante de la cual el hombre exclamó: “Ésta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne". Con esto, la Biblia indica que la mujer es de la misma naturaleza y dignidad que el varón. El evangelio relata que una vez se acercaron a Jesús unos fariseos y le preguntaron sobre el matrimonio. La respuesta de Jesús fue clara: exige fidelidad a la pareja porque la unión que se ha creado entre ellos no es sólo obra suya, sino también de Dios. Cuando dos personas se aman y se entregan la una a la otra, lo que hacen es actualizar el amor de Cristo a la Humanidad. Jesús se hace presente en aquellos que se unen en matrimonio porque el matrimonio entre cristianos significa, y recuerda, el amor que Cristo tiene a su Iglesia. Ellos mismos participan de esta unión y de este amor. Los cónyuges colaboran en la tarea de desarrollar la comunidad humana, y si, desde su fe, desean que sus hijos sean bautizados, contribuirán también al crecimiento de la comunidad cristiana. Los cónyuges tienen que celebrar el amor de cada día y crear una comunidad en la cual todos se sientan unidos en esta “pequeña Iglesia», que es una parte de la Iglesia universal. Ellos tienen que ser los primeros educadores de la fe de sus hijos y dar testimonio del amor de Jesús a todos los que les rodean.
Los ministros del sacramento del matrimonio son los mismos contrayentes. El obispo, el sacerdote o el diácono está presente como testimonio cualificado que, en representación de Cristo y de toda la Iglesia, recoge el juramento de amor entre los cónyuges. La parte central del rito tiene lugar cuando el celebrante, después de preguntar a los contrayentes si están decididos a amarse durante toda su vida y si están dispuestos a educar a sus hijos según el mandato de Dios y de la Iglesia, les invita a hacer público su amor. Ellos, tomándose de las manos, responden con esta fórmula o con otra parecida: “Yo..., te quiero a ti..., como marido/mujer y me entrego a ti, y prometo serte fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida”.
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