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El reino de Dios, utopía de la vida

Ningún mal aflige tanto al hombre como la vejez, la enfermedad y la muerte. Con nada sueña tanto la humanidad como con gozar de buena salud y poder asegurarse una vida perdurable. Cuando los profetas divisan los tiempos mesiánicos, ven en ellos la desaparición de las lágrimas, la prolongación de la vida, la aniquilación de la muerte (Is 25, 6-10).

En ese contexto hay que situar las curaciones de Jesús, que devuelve la alegría a los que tienen el cuerpo y el corazón quebrantados (Lc 11,20). Y ésta es la clave para interpretar muchas palabras suyas, en las que asegura que es la resurrección y la vida.

Estos términos se refieren a la vida eterna, pero incluyen también la vida temporal. No se puede apuntar sólo en dirección al más allá; tampoco es legítimo reducirlo todo al mundo presente. Jesús quiere para todos la vida plena; cualquier visión unilateral es una reducción injusta del mensaje del Señor.