El reino de Dios: la misericordia y la conversión:

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El reino de Dios como oferta de gracia

 

OPferta de gracia

Para los hombres de hoy no siempre resultan agradables los términos "soberanía, reino, señorío". De alguna manera los tenemos asociados a dominación, imperialismo, prepotencia, fuerza opresora. Hay aquí un claro desacuerdo entre el pensamiento bíblico, donde el rey era el representante de Dios y tenía que encarnar su justicia y su bondad, y las ideas de la gente que, como atestigua la historia, ha tenido que sufrir más de una vez los abusos de poder de los gobernantes absolutos.

Dios ofrece su amorEl reino de Dios, del que habla Jesús, no tiene que ver nada con el autoritarismo, y mucho menos con la fuerza bruta o la dominación tiránica. Al contrario, es una oferta de bienes que Dios hace al hombre, es una gracia que le brinda. Cuando Dios reina, y esto es lo que significa el reino de Dios, se comporta como rey espléndido y magnánimo, rebosante de bondad, que no aplasta ni tiraniza a sus súbditos, sino que los salva y rehabilita. Dios, rey y soberano, sale al encuentro del hombre y, aunque éste haya pecado mucho, no viene a juzgarle con rigor, sino que le ofrece su misericordia; no le amenaza con el castigo, sino que le otorga su perdón. La buena noticia que nos trae Jesús es que Dios ama a los hombres; y aunque estén agobiados por el peso de sus culpas, por graves y numero sas que sean, pueden abrirse a la esperanza del perdón de Dios.

acogidaSólo desde esta perspectiva podemos entender muchas páginas del evangelio, en las que se ve a Jesús acogiendo y perdonando a los pecadores; sin esta visión de un Dios que manifiesta su realeza ejercitando la misericordia, esos mismos capítulos serían incomprensibles y hasta escandalosos.

De hecho, esta estampa de Jesús indulgente con los descarriados hizo estallar el escándalo en las filas de los fariseos; aferrados a una religión obsesionada por el legalismo y la acumulación de méritos, no entendieron ni las palabras ni el comportamiento de Jesús. La imagen de Dios que representaba Jesús era muy diferente de la que ellos se habían imaginado; los que esperaban un Mesías que en sus manos tendría el hacha afilada para cortar hasta la raíz del árbol quedan desconcertados al ver que el juicio de Dios es de liberación y perdón. No les cabía en la cabeza que Jesús proclamara una amnistía tan generosa; no entendían el evangelio de la gracia. Tan fuera de la- ortodoxia estaba para ellos aquel profeta de Nazaret que, a medida que avanzaba su predicación, los dirigentes religiosos de Israel pensaron que lo mejor era quitarle del medio. De la misma manera que los griegos acusaron un día a Sócrates de estar corrompiendo a la juventud, los judíos echarían en cara a Jesús el cambiar la religión.

perdona a la adúltera

 

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