El reino de Dios: la misericordia y la conversión:

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Características de la conversión

 

profunda¿Cómo ha de ser esta conversión que pide Jesús? En primer lugar, profunda; es decir, que llegue a las raíces de la propia vida, que cambie la orientación fundamental que preside las acciones humanas. Tan radical debe ser la transformación que se puede comparar con un nuevo nacimiento y una nueva creación. Los escritos del Nuevo Testamento expresan con diversas antítesis los dos momentos de la vida, el anterior y el posterior a la conversión: "estabais muertos, pero habéis resucitado; erais tinieblas, pero ahora sois luz; erais carne, ahora sois espíritu; de hijos de la ira habéis pasado a hijos de Dios; muere el hombre viejo y surge el hombre nuevo". Todos estos términos indican que la conversión no es un cambio en la superficie, sino una renovación total.

permanenteLa segunda cualidad de la conversión es que sea permanente. No es algo que se consigue una vez y dura ya toda la vida. El hombre está siempre en camino de una mayor conversión. Poco a poco se van desvelando las exigencias que entraña el seguir el evangelio. Cuando parece que se ha alcanzado una cima, desde allí mismo se divisa un picacho más alto al que hay que subir. Es como una asignatura en la que siempre estamos repitiendo curso, porque nunca se llega a aprobarla del todo. Nadie está suficientemente convertido: en el fondo de cada ser humano quedan siempre estratos o niveles necesitados de mayor presencia de Dios.

dificilNo hace falta decir que la conversión es difícil. El pecado arraiga en el hombre, forma dentro de él una segunda naturaleza de la que es costoso deshacerse: "yo soy así", alegan algunos como defensa. Además no siempre percibe el hombre su situación miserable, porque el pecado oscurece y ciega la visión. Queda lucidez para ver la paja en el ojo ajeno, pero sigue la miopía que no permite ver la viga en el propio.

posiblePero, sin negar que todo cambio es difícil y más aún el que intenta la renovación interior del hombre, la conversión es posible. El ser humano no cristaliza rígidamente en ninguna actitud; en cualquier momento puede variar el rumbo de su vida. La libertad humana es pobre y limitada, pero es capaz de adherirse a los valores del reino.

 

 

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