LOS MILAGROS DE JESÚS

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Qué significan los milagros de Jesús

Hemos dicho ya que en el concepto bíblico del milagro uno de sus componentes es lo que tiene de "signo". No son sólo acontecimientos inesperados y extraordinarios, que producen asombro y sorpresa en los que son sus testigos. Son, además, señales que interpelan, pistas que interrogan; son siempre una palabra de Dios y sobre Dios. En concreto, ¿qué significan esos milagros en la intención de Jesús? Sabemos que los milagros son signos, pero ¿signos de qué?

En primer lugar, los milagros son la señal de que Jesús es el Mesías, que anunciaron los profetas y esperaban los judíos. Desde la cárcel, en que Herodes lo había encerrado, Juan Bautista envía unos discípulos para preguntar a Jesús: "¿eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?" Jesús ofrece como contraseña unos hechos milagrosos que había vaticinado Isaías: "los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan ya los pobres se les anuncia el evangelio" (Mt 11,4-5; cf Is 29, 18; 35,5; 61,1). Jesús cumple los anuncios del profeta; luego él es el Mesías.

En segundo lugar, los milagros son signos del reino de Dios. El tema central de la predicación de Jesús, en el que se resumen todas sus palabras, es éste: "el reino de Dios está cerca". y este reino significa la liberación de todos los males y miserias que acongojan al hombre. Pero Jesús no tiene sólo palabras sobre el reino; lo que dice va acompañado de acciones, que demuestran la verdad de las palabras. El amor de Dios no es algo teórico y hueco, sino real y práctico. Los milagros de Jesús son señales del amor de Dios, que se vuelca amorosamente sobre la miseria y el desamparo humano. y al liberar al hombre de lo que le arruina y encadena -enfermedad, muerte y pecado-, termina el dominio de Satanás y comienza el reino de Dios: "Si yo echo los demonios, es que el reino de Dios ha llegado a vosotros" (Mt 12,28).

Y en tercer lugar, los milagros de Jesús son el comienzo de la nueva creación, el alborear de los nuevos cielos y la nueva tierra. Al devolver la visión a los ciegos y el habla a los mudos, inaugura lo que debe ser la nueva humanidad. Dios no quiere hombres malogrados ni disminuidos. El quiere que coman los hambrientos, recuperen la salud los enfermos y encuentren consuelo los tristes. El reino de Dios, además de una nueva relación con El, implica una nueva comunidad entre los hombres y un estilo distinto en el trato de la naturaleza. Dios quiere el bien del hombre; por eso hay que liberarle de todo lo que le haga esclavo o menos hombre.

 

 

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