1. UNA PERSONA Y UNA OBRA SORPRENDENTES
Hombre de su época y a la vez hombre de fe, Moro vio posible participar en la corriente humanística de su tiempo sin abdicar un ápice de su fe. Pero, también, sin pretender resucitar sistemas sociopolíticos propios de la Edad Media en los que el hombre, a diferencia del renacimiento, no representaba el papel de protagonista. Y, a la vez, critica con valor y con humor el papel de los príncipes de la época. La obra, más que la exposición de un programa político, es un manifiesto de que todo puede funcionar bien cuando la sociedad se base en la libertad, el derecho y la justicia. Y es, sobre todo, un manifiesto en favor del hombre. Pero si estamos tratando de Moro y de su obra es porque el autor ha plasmado su concepción de la vida sin dejar por ello de ser creyente. Moro no hizo del Evangelio ni la constitución ni el código civil de Utopía; el Evangelio no está para suplantar al hombre. Pero, empapado de los valores evangélicos, presenta una sociedad de inspiración cristiana hecha de cabo a rabo por los hombres. Es el suyo un humanismo pleno. Y de inspiración cristiana. Sin embargo la obra no pasó de ser un libro "utópico".
El mismo Moro morirá ejecutado por mantener una vida coherente
con su fe. Así pues, ¿Podemos concluir que el primer intento
serio y moderno de un humanismo de inspiración cristiana fue un
fracaso práctico?
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