2. EVOLUCIÓN DEL HUMANISMO

A partir del renacimiento, rechazado el teocentrismo, el hombre pasó a ocupar el centro de toda actividad sin tener que recurrir necesariamente a Dios para fundamentar sus actividades. Esta tendencia (que pocos acertarán, como Moro, a integrar con su fe) se irá desarrollando a lo largo de la historia hasta presentarse como una disyuntiva: o el hombre o Dios.

Surgieron humanismos no religiosos, concepciones del hombre, del mundo y de la historia, que prescinden de Dios o niegan resuieltamente a Dios como si fuera una pieza falsa de una correcta idea del hombre y de su vida.

Entre otras respuestas, destacan por su imprtancia sociológica:

- El humanismo marxista: que espera todo del hombre y de su futuro paraíso en la tierra.

- El materialismo, que confía lograr la felicidad del hombre a través del progreso meramente material.

- El Nuevo positivismo, que presenta la técnica universalizada como forma dominante de la dinámica humana.

Con el tiempo, al creyente se le negará una plaza en la tarea de hacer al hombre porque (se dirá, se dice) Dios es un rival para el hombre y la Iglesia un freno para el progreso. El Concilio Vaticano II así lo constata:

"…La negación de Dios o de la religión no constituye, como en épocas pasadas, un hecho insólito e individual; hoy día, en efecto, se presentan no rara vez, como exigencia del progreso científico y de un cierto humanismo nuevo."
Gaudium et Spes. nº 7
 


 

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