3. LA IGLESIA ESTUDIA y ENSEÑA SU FE

 

3.1. En la teología

Llamanos teólogos a aquellos que se dedican al estudio científico de la fe, tratando metódicamente de reflexionar, aclarar, desarrollar y sistematizar las verdades reveladas. Su servicio a la comunidad eclesial es muy notable, porque ayudan a la mejor comprensión de la doctrina de Cristo en cada época de la historia.

J. C. Sanpedro. Un Pueblo en camino.Aguaclara, Alicante 1993

"La teología es la ciencia de Dios. Y a Dios no se le puede conocer más que a través de la palabra revelada. Ha sido él mismo quien ha querido manifestarse a los hombres. La Sagrada Escritura -palabra de Dios- será siempre la fuente principal de la teología.

Pero la teología, que hacen los hombres, debe estar al servicio de los cristianos que van a vivir su fe en el entorno familiar, social y político en el que están inmersos. Por eso, la teología y la vida -la luz de la palabra revelada y la realidad del contexto social- han de conjugarse.

El teólogo ha de ser fiel a la palabra revelada. Con una fidelidad insobornable.

El teólogo ha de ser fiel a los hombres de su tiempo, iluminando las realidades históricas con sus reflexiones sobre esa palabra."

(Cardenal TARANCÓN: Cartas a un cristiano. En "Vida Nueva", número 1551, 18-10-86).

Pese a que la palabra de Dios ha quedado totalmente revelada en la Sagrada Escritura, y pese al tesoro inapreciable que supone para la Iglesia la Tradición apostólica y de los primeros siglos de cristianismo, la responsabilidad eclesial de estudiar la fe, para luego enseñarla, sigue siendo vigente tanto hoy como ayer.

En cualquier ciencia humana, la investigación a partir de las fuentes, para resolver cuestiones planteadas en cada momento, precede a las afirmaciones con carácter de validez universal. En el caso de la doctrina cristiana, también la fe necesita ser investigada, fundamentada a partir de los datos de la revelación, hasta llegar al dogma o a la enseñanza oficial.

El papa y los obispos representan la enseñanza oficial de la Iglesia; pero necesitan de la aportación de los teólogos, de los que se dedican por vocación al estudio de los contenidos de la fe, con el fin de abrir la reflexión doctrinal a nuevos cauces, según las inquietudes y las necesidades del pueblo de Dios. No son infalibles por ser teólogos; como cualquier científico o maestro, tienen derecho a equivocarse; de ahí la diversidad de tendencias y opiniones entre ellos sobre idénticos temas; su magisterio es auxiliar y no definitivo. Pero su labor es la misma que la de los antiguos Padres de la Iglesia: testimoniar, en cada momento histórico, la fe viva (no sólo aceptada intelectualmente, sino también comprometida) de la Iglesia de Cristo.

"El teólogo no puede limitarse a guardar el tesoro doctrinal heredado del pasado, sino que debe buscar una comprensión y expresión de la fe, que hagan posible su acogida en el modo de pensar y de hablar de nuestro tiempo. El criterio que debe guiar la reflexión teológica es la búsqueda de una comprensión renovada del mensaje cristiano en la dialéctica de renovación en la continuidad, y viceversa."

(Discurso de Juan Pablo II a los profesores de teología de la Universidad Pontificia de Salamanca, el 1-11-82.)

 

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