1.1. En la Sagrada Escritura 
"Ay de mí si no evangelizara", dice el apóstol
Pablo. Él tiene conciencia de que ha recibido una misión
-un deber que no puede descuidar sin hacer traición a Cristo
que le eligió. Fue ésta la misión que Jesús,
el Enviado del Padre, había transmitido a la Iglesia, en
la persona de los apóstoles: Ir por todo el mundo y predicar
el evangelio a toda criatura. (...)
El evangelio -es palabra de Dios- tiene plena actualidad en todas
las épocas de la historia. La Iglesia no puede alterar ni
la más pequeña tilde de lo que ha dicho y hecho Jesucristo,
el único Maestro y el único Modelo para los hombres
de todos los tiempos.
Pero el evangelio debe ser entendido y aceptado por el hombre
de cada momento histórico. Su aplicación a la vida
real, en la que deben vivirlo los que están evangelizados,
pueden diferir notablemente, según las maneras de pensar,
de vivir, de actuar de los distintos pueblos y de las diferentes
etapas históricas."
|
(Cardenal TARANCÓN: Cartas a un cristiano. Revista Vida
Nueva, núm. 1498, del 12 de octubre de 1985.)
|
Desde el comienzo de su experiencia como pueblo, Israel llega a descubrir
una verdad fundamental: su Dios es un Dios vivo que habla, que se manifiesta
a los hombres. Es más: la palabra que revela es siempre importante
para la vida del pueblo. Cuando Israel obedece a Dios, todo va bien; por
el contrario, si el pueblo hace oídos sordos a la palabra divina,
sufre las consecuencias. Pero, ¿cómo se comunica Dios al
pueblo? Dios tiene una forma muy frecuente y peculiar de manifestarse.
Escoge a unos hombres -los profetas-, cuya misión es transmitir
su palabra.
Al venir Cristo al mundo, Dios habla sin necesidad de intermediarios.
Por eso, los evangelios nos presentan la plenitud de la revelación:
la palabra de Dios manifestada por los profetas en el Antiguo Testamento
llega a su estado culminante cuando Dios mismo, en Cristo, habla directamente
a los hombres. Dios manifiesta así su plan de salvación
del mundo, no sólo con imágenes o intermediarios, sino con
el mismo Jesús que, a través de sus palabras y obras, vino
a demostrar que el hombre puede ser salvado.
A la muerte de Jesús, la palabra de Dios sigue revelándose
por medio de los apóstoles. Ellos son los elegidos por Cristo para
transmitir en la predicación su buena nueva a todos los confines
del mundo. La palabra de Dios queda, pues, completamente manifestada cuando
los apóstoles, fieles al mandato de Jesús, expresan las
enseñanzas que el Maestro predicó: "El Abogado, el
Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, él
os enseñará todo y os recordará todo lo que he dicho"
(Jn 14,26).
Con la comunidad apostólica, la revelación que Dios hace
a los hombres y que empezó en el Antiguo Testamento ha quedado
cerrada definitivamente. Ellos, los apóstoles, fueron los últimos
en explicar el mensaje que Dios, desde el inicio del mundo, había
reservado a la humanidad. El canon de la Biblia --conjunto de libros sagrados
que la Iglesia reconoce como realmente revelados por Dios, en el Antiguo
Testamento y en el Nuevo-- es, en definitiva, el depósito de la
fe y uno de sus principales fundamentos.
|
La Palabra de Dios recogida en la Biblia constituye el depósito
de la fe y uno de sus principales fundamentos.
|
|