EL HECHO RELIGIOSO

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Cuándo, cómo y dónde surge la religión

Resulta imposible dar una respuesta definitiva a estas preguntas. Sin embargo, podemos rastrear los lejanos orígenes del hecho religioso.

Todos estos indicios demuestran una incipiente actitud religiosa en el hombre primitivo. Es un intento de superar las situaciones que más le impresionan y con las que tiene que enfrentarse: el nacimiento y la propagación de la especie; la subsistencia (a base de la caza) y la muerte.

El hombre primitivo recurre a técnicas rituales para abordar las situaciones que le asombran. De esta manera se consolida la actitud religiosa. Surgen amuletos de fecundidad (Venus de Brassenpouy, Lespugue y Willendorf), danzas rituales ejecutadas en cuevas casi inaccesibles, adornadas con pinturas de animales heridos (caverna de Montespau, de los tres hermanos), como un intento de controlar y dominar la caza.

También resulta imposible saber con exactitud qué imagen del Ser Supremo tenía el hombre primitivo. Parece ser que estaba relacionado con la fecundidad de las personas, animales y plantas; también con la actividad de la caza y con el culto a los muertos. Era concebido como un ser, de alguna manera responsable del mundo que el hombre veía (Mitos de Creación). Aparece además la idea de la diosa madre, engendradora de vida. Y posteriormente surgen otras divinidades especiales, relacionadas con las dos primeras y honradas en lugares llamados panteones.

El nacimiento y la pubertad constituyeron dos acontecimientos de la vida humana que marcaron al hombre primitivo en su actividad e ideas religiosas.

Podemos afirmar, por consiguiente, que las danzas sagradas, las ofrendas y sacrificios, los ritos de iniciación y el culto a los muertos constituyen las primeras expresiones religiosas de la humanidad.

El estudio de tribus y pueblos que, aún hoy, viven de forma parecida (Nueva Guinea, Australia, África) puede ayudarnos a la hora de conocer la expresión religiosa del hombre primitivo. Con todo, hemos de ser cautos a la hora de elaborar teorías basadas en estos estudios, por cuanto estos pueblos tienen una larga historia, tal vez no escrita, que de alguna forma les diferencia del hombre del neolítico. Señalamos, finalmente, que hombre primitivo no es lo mismo que hombre salvaje. Las creencias religiosas de muchos pueblos primitivos preservan su estricta moral y rigurosa organización social y familiar.

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