Elaboración de una doctrina: Herejías y dogmas
Mientras el cristianismo fue sólo una corriente del judaísmo
que se limitaba a decir que Jesús es el Mesías esperado
por los judíos, de lo cual es prueba su resurrección
de entre los muertos, no hubo ningún desacuerdo entre los cristianos
(los conflictos se referían a otro punto: la validez o invalidez
de la Ley judía).
Sin embargo, en seguida los cristianos se vieron obligados a precisar
más sus creencias.
Por un lado desde el principio se tuvieron que defender de las acusaciones
que les hacían algunos pensadores romanos (como Celso por ejemplo)que
les acusaban de ateos, de desleales al estado, y de otras lindezas. Surgieron
así los apologetas y la apologética: la respuesta
de los intelectuales cristianos (Algunos se llamarán después
Padres de la Iglesia) que refutaban las calumnias y exponían
el sinsentido del paganismo y la superioridad del monoteísmo.
Por otro lado surgían conflictos en cuanto a la forma de entender
la figura y el significado de Jesús entre los propios cristianos.
Jesús es el mesías enviado por Dios, pero ¿en qué
consiste su mesianidad? Si su misión es de naturaleza divina, ¿se
puede decir que él mismo es Dios? Y, si decimos que Jesús
es Dios, ¿cómo hacer esa afirmación compatible con
la de que sólo hay un Dios? Y, además, si es Dios, ¿dejará
por eso de ser hombre?
Acerca de todas estas cuestiones, aparecieron opiniones diversas entre
los primeros cristianos; las controversias, a veces muy subidas de tono
y acompañadas de violencia física, hicieron que, para salvar
la unidad del cristianismo, el Estado y la Iglesia vieran la conveniencia
de definir la doctrina verdadera.
A la definición, por parte de la Iglesia, de una doctrina como
verdadera y de obligada aceptación para los creyentes se le llama
dogma. Desde el momento en que un dogma queda definido, sólo
pertenecen a la Iglesia los que aceptan la verdad de ese dogma; los que
la rechazan son excluidos, y su opinión se considera herejía.
Después de este período de discusiones (que dura, aproximadamente,
siete siglos), y por medio de unas asambleas de obispos (los concilios
ecuménicos), las creencias cristianas se han definido con mayor
precisión. En concreto, han sido sobre todo dos los puntos a los
que han alcanzado las definiciones dogmáticas:
a)
Jesucristo es una única persona en la que se han unido dos
naturalezas: divina y humana, ambas en su integridad; dicho de otra
manera: Jesucristo es enteramente Dios y enteramente hombre, ambas cosas
verdadera y no aparentemente, y sin que lo uno anule a lo otro.
b) Hay un solo Dios, pero en Él subsisten tres personas:
Padre, Hijo y Espíritu Santo. El Padre es el origen de la divinidad,
del Padre procede (no en el tiempo, sino desde siempre, eternamente) el
Hijo, y la unión entre Padre e Hijo es el Espíritu Santo.
Esta doctrina teológica, considerada esencial en el cristianismo,
recibe el nombre de Trinidad.
Nicea (325), Constantinopla (381), Éfeso (431) y Calcedonia (451)
fueron algunos de estos primeros concilios ecuménicos en los que
se fijaron otras tantas cuestiones referidas a la doctrina de los cristianos.
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