LA VANGUARDIA DIGITAL - 12/04/2004
EDUCACIÓN
La supresión de la Religión suscita dudas sobre la formación global de los alumnos
La promesa del PSOE de retornar a la asignatura de Religión su condición de optativa inquieta a los profesores.
MERCÈ BELTRAN
Barcelona.– Los profesores de Religión y otros docentes están preocupados ante el futuro que le espera a la enseñanza de la Religión, especialmente en la escuela pública. Andreu Ibarz, profesor de la facultad de Psicología, Ciencias de la Educación y del Deporte Blanquerna, de la Universitat Ramon Llull, y estudioso del asunto, afirma que el anuncio del PSOE de revocar la obligatoriedad de la nueva asignatura de Sociedad, Cultura y Religión incorporada a la LOCE “podría implicar un nuevo modelo de enseñanza de esta materia, pero, de momento, lo único que nos dicen es que nos quedaremos como antes, con lo cual se culminará el grave deterioro que vive, desde hace años, el proceso de aprendizaje de la Religión”.
Una materia que, a su juicio, es básica para entender la historia de la humanidad y que nada tiene que ver con la enseñanza del catecismo ni con la catequesis. En opinión de Ibarz, se parte de una idea errónea. “Cuando se habla de enseñanza religiosa confesional la gente piensa que se pide la adhesión a una fe. Eso no es así y es un signo de ignorancia. Se pueden enseñar contenidos de un credo determinado sin pretender una respuesta confesante. También es desconocimiento cuando se dice que lo que pretenden los profesores de Religión es hacer catequesis. En todas estas afirmaciones se están proyectando las experiencias vitales de hace 25 años, y la sociedad de hoy nada tiene que ver con la de entonces.” Entre otros muchos cambios, hoy la sociedad es religiosamente plural. Cabe recordar que en los currículos está prevista la opción católica, evangélica, islámica y judía, según se acordó en 1992.
Pese a reconocer que en ciertos sectores de la Conferencia Episcopal se podría tener la tentación de “hacer catequesis”, añade que la mayoría de la Iglesia no es partidaria de ello. A su juicio, la secularización transporta la religión al campo de la privacidad, “y eso hace que las preguntas religiosas y sobre las religiones que uno mismo se hace se mantengan”. Es en la escuela donde, dice, se darán elementos críticos y de formación para responderse a esas preguntas.
El experto explica que el ciudadano del futuro se encontrará con una sociedad marcada por el pluralismo religioso “y desconocerá profundamente cómo actua ese pluralismo”. Por ello, estima que cara al futuro y si el PSOE quiere plantear una nueva visión de la enseñanza de Religión, la debería abordar desde ángulos distintos a los utilizados hasta el momento, con actitud flexible e integradora. En su opinión, no se puede gestionar una cuestión educativa y religiosa del siglo XXI llena de polifacetismos y polaridades con esquemas del XIX que reducen la situación a una simple bipolaridad.
Ibarz estima que en la escuela debería hacerse compatible la obligatoriedad con la opcionalidad. La primera garantizaría los aspectos comunes y estructurales del hecho religioso, y debería tratarse por lo menos en algún curso de cada ciclo. La opcionalidad respondería a los intereses más particulares y a la presentación de lo religioso desde los contenidos confesionales, que son los que en última instancia generan “hecho religioso”.
La escuela, enfatiza el profesor, no puede ni dejar de mirar al pasado, ni renunciar al presente, ni dejar de preparar el futuro. De la misma manera que ningún museo ha encondido los símbolos religiosos; las librerías o bibliotecas tienen hoy más documentación que nunca sobre religión; internet está llena de páginas sobre el asunto y las televisiones y las radios ofrecen programas sobre religión, la escuela debe abordar con “rigor el necesario conocimiento del hecho religioso, favorecer el desarrollo personal del criterio religioso, la lectura crítica del fenómeno religioso; facilitar la correcta interpretación y descodificación de los mensajes y símbolos en la religión, garantizar la educación interreligiosa y posibilitar el diálogo entre los contenidos de una determinada fe y la cultura. Eso es educación religiosa”. El debate está servido.