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El Mundo, 7 octubre 2003. España

Una sentencia quita a los obispos la facultad de trasladar a los profesores de Religión

Según el Tribunal Superior de Madrid, la Administración es la que puede organizar a los docentes


JOSÉ MANUEL VIDAL

MADRID.- Los obispos proponen, pero no disponen. Así puede resumirse el contenido de la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Madrid que recorta el poder de los obispos diocesanos, que ya no podrán asignar o cambiar de centro a los profesores de religión ni modificar sus jornadas laborales. La potestad de organizar a los profesores de religión católica pasa a manos de la Administración. El tribunal sólo le reconoce a la jerarquía católica el derecho de «proponer» anualmente a los profesores de la asignatura.

El fallo estipula que «es la autoridad administrativa competente en materia educativa, en el territorio de la Comunidad Autónoma de Madrid, la única instancia laboralmente competente para efectuar la designación o concreta adjudicación a un centro educativo y a un puesto de trabajo como profesor de Religión de las personas que resulten contratadas de entre aquellas que el Ordinario diocesano haya propuesto». La Administración también es, según la sentencia, la única instancia laboralmente competente para «organizar, dirigir y resolver cualquier cuestión suscitada por los profesores de Religión en materia de cambios de jornada parcial a completa o a la inversa» o «para decidir en materia de movilidad intercentros dentro de la Comunidad Autónoma de Madrid». 

Hasta ahora, los obispos diocesanos, a través de sus delegados de enseñanza, no sólo proponían cada año a los profesores de Religión de centros públicos, sino que, además, asignaban a cada uno el centro y las características de la jornada. «Estábamos en una situación de total arbitrariedad. Los delegados hacen de su capa un sayo, premian a los más adictos y castigan a los demás con reducciones de jornada o cambios de centro en cualquier momento, mientras la Administración se lava las manos», explica Alfredo Sepúlveda, secretario general de la Unión Independiente de Trabajadores de la Comunidad de Madrid (USIT) y uno de los promotores del recurso ante el Tribunal Superior de Justicia de Madrid. 

La sentencia del citado tribunal, que quita a los obispos toda potestad en la práctica educativa, puede recurrirse ante el Supremo, pero con pocas probabilidades de éxito. La sentencia es «un golpe de aire fresco para el colectivo de profesores de Religión, sometidos a injustas limitaciones de sus derechos laborales», dice Sepúlveda. 

El Tribunal Superior de Justicia de Madrid no entra en el problema de fondo de unos profesores de religión pagados por el Estado y nombrados por los obispos. Más aún, reconoce que, según los Acuerdos de 1979 suscritos entre la Santa Sede y el Estado español, los obispos tienen derecho a «proponer» los profesores aptos para dar la asignatura de Religión. «Lo que hace esta sentencia es recortar a los obispos la mitad de su poder. Siguen teniendo la sartén por el mango de los nombramientos de profesores y nosotros seguimos con la espada de Damocles de contar con el visto bueno episcopal cada año para poder dar clases de Religión, pero, una vez obtenido el nombramiento, ya no podrán decidir a su antojo dónde ni cuántas horas vamos a trabajar», añade el dirigente sindical. 

Si la sentencia es ratificada por el Supremo, la Comunidad de Madrid tendría que crear una bolsa de trabajo en la que cada profesor de Religión estaría sujeto a una determinada baremación de méritos y, según dicha sentencia, la Consejería de Educación tendría que decidir el centro y la jornada de cada uno de ellos. Para la USIT, la sentencia es «un golpe de aire fresco para el colectivo de profesores de Religión, sometidos a injustas limitaciones de sus derechos laborales. Se trata del inicio de la normalización de la relación laboral con nuestro empleador, basada en la objetividad y no en la arbitrariedad de decisiones unilaterales de la jerarquía eclesiástica que había usurpado esa función». 

El sindicato madrileño espera que «esta sentencia de gran importancia y calado sociolaboral no sea manipulada y se ejecute en sus propios términos», al tiempo que cree que, de prosperar en el Supremo, «debe extenderse al resto de las comunidades. El colectivo de los profesores de Religión está integrado por unos 15.000 profesores. De ellos, 1.300 en la Comunidad de Madrid.