EL MUNDO, 27 de julio de 2005, página 19, España.
Los profesores de Religión se sienten “traicionados”
Dicen que el Gobierno les ha mentido y ha dejado en manos de la Iglesia católica.
JOSE MANUEL VIDAL
MADRID.- Los profesores de religión se sienten “traicionados”por el Gobierno, al que acusan de haberles “mentido”, y ello porque les prometió incluirlos en el Estatuto de los Trabajadores y los deja en manos de la Iglesia católica, pues la Ley Orgánica de Educación (LOE) convierte al Episcopado no sólo en contratador, sino en empleador de los 18.000 profesores de esta asignatura.
“El Ministerio de Educación ha elegido la peor y la más traicionera de las opciones”, sentencia Alfredo Sepúlveda, profesor de Religión y secretario de la Unión Sindical Independiente de Trabajadores-Empleados Públicos (USIT-EP). Denuncia que la nueva ley “da todo el poder a la jerarquía de la Iglesia católica, sin control legal alguno”. “Ahora no es el empleador y fíjate lo que hace; imagínate después, cuando tenga las manos absolutamente libres”, añade.
La clave del poder omnímodo que la nueva ley concede a la Iglesia radica en que la considera una “empresa de tendencia”, es decir, una empresa ideológica y, como tal, puede establecer las condiciones que quiera para sus trabajadores. “Eso quiere decir”, explica Sepúlveda, “que si ahora, siendo empleados públicos de las respectivas administraciones, estamos en el filo de la navaja constantemente, una vez que dependamos de la correspondiente confesión religiosa, y en aplicación de la legislación de las empresas de tendencia, seremos sometidos a la mayor sumisión y esclavitud”.
Según USIT-EP, lo que hace el Gobierno con la LOE es “echar balones fuera y no asumir la responsabilidad a la que se habían comprometido, dejando barra libre a eventuales contratos leoninos”. Por eso, los profesores de Religión acusan a la Administración de “incumplir sus responsabilidades como empleadora, perdiendo su independencia”. Para Sepúlveda, “es una huida hacia delante”, “es ponernos a los pies de los caballos. No sólo se va a reducir drásticamente el número de profesores de religión, sino que, además, nos van a dejar al pairo de las decisiones episcopales. Y ya han demostrado suficientemente lo arbitrarias que pueden ser”.