Unión Sindical Independiente de Trabajadores
Empleados Públicos
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Madrid, 11 de noviembre de 2017
Recientemente se ha recibido en los centros públicos de enseñanza una llamada "Carta de la laicidad en la enseñanza", que dice ser una traducción del texto publicado por el Ministerio de Educación de la República Francesa de septiembre de 2013. El pilar del texto es el siguiente: "La enseñanza debe ser laica, excluye de la docencia la ideología, religión o creencias".
El texto no ha asumido que sus referencias no son la laicidad sino el laicismo, y que la pretendida Carta no contiene más que notas de urbanismo escolar que pretende influenciar deslizando un concepto manido y erróneamente utilizado: "laicidad".
En todo caso, sus autores o traductores, ignoran que el Tribunal Constitucional ha manifestado que nuestra Constitución española, "no instaura un Estado laico, en el sentido francés de la expresión, propia de la III República, como una organización jurídico política que prescinde de todo credo religioso, considerando que todas las creencias, como manifestación de la íntima conciencia de la persona, son iguales y poseen idénticos derechos y obligaciones". Nuestra Constitución ampara la colaboración.
También parecen ignorar o simplemente preterir, lo que Victoria Camps, en su obra Virtudes públicas, ya sostenía en 1990: "la escuela tiene la obligación de transmitir determinados valores, porque la educación no está libre de valores. Tiene que ser ideológica. Si educar es dirigir, formar el carácter o la personalidad, llevar al individuo en una determinada dirección, la educación no puede ni debe ser neutra. Las finalidades educativas son valores en la medida en que son opciones, preferencias, elecciones".
En definitiva, que el laicismo no tiene cabida en nuestro ordenamiento jurídico ni en las escuelas públicas.
Pero la pregunta sustancial es la siguiente: ¿Deja de ser laica una escuela por el hecho de que exista una asignatura de religión de seguimiento libre? Es evidente que no, pero la ideología, religión o creencias de algunos defensores del laicismo (no laicos) quiere imponerse a todos. ¡Vade retro!