El Catolicismo tridentinoAunque no debe verse exclusivamente como una reacción contra el protestantismo (como puede dar a entender el término Contrarreforma), lo cierto es que el catolicismo de la Edad Moderna, nacido del Concilio de Trento, pone en primer término la salvaguarda de los valores de unidad y obediencia en la Iglesia, seriamente dañados tras la rebelión de Lutero y los otros reformadores. Antes del Concilio de Trento, la Compañía de Jesús, fundada por el español Ignacio de Loyola, preparó el terreno a la exaltación del papado funcionando como un ejército al servicio de Roma (éste es el sentido del llamado "cuarto voto", o de obediencia al Papa, que tan sólo hacen los jesuitas: la disponibilidad total para acudir tan pronto como se pueda y en la mejor disposición allí donde uno sea enviado por el Papa). Este mismo espíritu de obediencia fue impulsado por los
jesuitas que participaron en el Concilio de Trento (1545-1563),
cuyas decisiones buscaron, a la vez que la reforma de la Iglesia, el fortalecimiento
del poder papal. En consecuencia, los rasgos del catolicismo salido del
Concilio de Trento, y que perdurarán hasta bien entrado el siglo
XX (Concilio Vaticano II), son: |
![]() |
![]() |