Renacimiento y Humanismo

El nombre Renacimiento hace alusión a un "nuevo nacimiento" de la cultura, el pensamiento y la ciencia de las antiguas Grecia y Roma, tras la (supuesta) época de oscuridad que representó la Edad Media.

Desde el punto de vista religioso, los ideales del Renacimiento se caracterizan como Humanismo, es decir, preocupación por el hombre que reacciona frente a la anulación de éste en el pensamiento teológico medieval (antropocentrismo frente a teocentrismo).

Hay que decir que los humanistas (salvo excepciones) no son ateos ni antirreligiosos, sino que buscan la valoración de lo humano dentro del pensamiento cristiano.

Podemos señalar, además, como rasgos generales del movimiento humanista:

• Gran preparación intelectual de los autores más representativos (Erasmo de Rotterdam, Tomás Moro, en España Antonio de Nebrija, Luis Vives, etc.).
• Estudio de los autores griegos y latinos, principalmente de los textos desconocidos en Occidente durante la mayor parte de la Edad Media y recuperados gracias a las escuelas de traductores.
• Preocupación por la educación del pueblo.
Crítica social dirigida contra la Iglesia y la nobleza

En materia religiosa, sus características fueron:

• Cultivar el conocimiento de la Biblia, a ser posible leída en su idioma originario.
• Recuperar los textos del cristianismo primitivo, donde (según ellos) puede hallarse una religión más pura y auténtica que la de la Edad Media. Criticar el exceso de poder y riqueza, la ignorancia y corrupción del clero, pero buscando más la reforma que la ruptura
• Destacar lo fundamental de la religión cristiana evitando la multiplicación de prácticas piadosas (peregrinaciones, culto a los santos ya las reliquias, indulgencias, mortificaciones, etc.).
• En definitiva, su idea del cristianismo es que debe ser una religión que no anule, sino que potencie los valores de la humanidad

La corriente humanista buscaba un cristianismo de rostro amable, dialogante y favorecedor de la cultura y de la ciencia humanas. Lo trágico fue que esta noble aspiración se vio ahogada por las divisiones y las guerras religiosas: la religión, en vez de unir a los hombres, sirvió como excusa para que se mataran unos a otros. En este nuevo panorama los humanistas ya no tenían nada que hacer, y en muchos casos fueron las primeras víctimas de cualquiera de los dos bandos en lucha.

 

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