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Cuando termine la recesión habremos perdido 30 años en derechos y salarios...
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Noviembre de 2013
(Sacado de la Web) …Correrán ríos de tinta escritos con nuestros dolores, celebrarán el fin de la pesadilla, nos harán creer que ha pasado
el peligro aunque nos advertirán de que todavía hay síntomas de debilidad y que hay que ser muy prudentes para evitar recaídas.Conseguirán que respiremos aliviados,
que celebremos el acontecimiento, que depongamos la actitud crítica contra los poderes y nos prometerán que, poco a poco, volverá la tranquilidad a nuestras vidas.
Es licenciada en Filología Hispánica y profesora de Literatura en un instituto público. Profesora de Lengua y Literatura. Hace ya unos años pasó, felizmente, del ejercicio de la política a ser analista y articulista de diversos medios de comunicación (El País, Por ahora, de la SER, Meridiano, de Canal Sur Televisión). Amante de la literatura. Firmemente humana con los temas sociales.
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Resistir al miedo, golpear juntos.
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22 de abril de 2013 Llevamos casi cinco años conviviendo con
un capitalismo desbocado que no acepta límites. Que avanza sin pudor y aspira a
mercantilizarlo todo. La vivienda, la sanidad, la educación, el espacio público,
las relaciones afectivas. Para avanzar, este proceso necesita quebrar la
autonomía individual y colectiva. Aislar a las personas y reducirlas a la
servidumbre, a la impotencia. El consumismo dirigido, la alienación programada,
son eso: figuras de la impotencia. La otra es el miedo. A ser desahuciado, a
perder un empleo, a no poder pagar las deudas, a ser multado en el metro, a ser
expulsado por no tener papeles, a ser detenido en una manifestación o en una
ocupación. El individualismo, el miedo, la servidumbre voluntaria e
involuntaria, son formas de impotencia que se dan la mano. Todas están en la
base de la deudocracia.
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¡MUERTE A LOS SINDICATOS!Algunos
piensan "Qué bien estaríamos sin sindicatos"
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diciembre 2012 Nueva moda. Rajar de los sindicalistas. Algo fácil y barato, por cierto. Lo
llevan en la solapa ciertos políticos, lanzando mensajes subliminales sobre su
actual falta de utilidad para los trabajadores, politización, corrupción,
derroche económico. Resulta curioso: Los mismos que alientan al escarnio
público, suelen lanzar piedras cargadas por sus propias mezquindades.
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HUELGA
DE HAMBRE PROFESORES DE RELIGIÓN DE MADRID. NOVIEMBRE 1999
"La Iglesia dejará de ser Maestra por no tener maestros"
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2 noviembre 2012 Un día como hoy de hace 13 años, se iniciaron los renglones que escribían de un futuro para un pequeño colectivo que, acogotado y obediente paseaba sus suspiros en barcazas agrietadas sin atreverse a achicar el agua. Recitaban en su locura memento moris.Aquél día un puñado de ilusos inconformistas y bienaventurados herraron sus calzas para poner al trote sus inquietudes de dignidad. Sus forjas estaban henchidas de miedo y torpeza, pero también de esperanza y valía. Se entremezclaban cielo y tierra, tierra y mar, mar y aire, junto con el fuego ardiente de una decisión inquebrantable. Fueron momentos de lucha, harto difíciles, contra los elementos más perversos del panorama patrio, de primeros y quintos poderes. Eran desaliñados más que propiciatorios para el escarnio público, para la sedienta venganza de inveterados y peligrosos onanistas. Resulta complicado, a día de hoy, contener cierta emoción al recordar aquellos momentos de incertidumbre edulcorada con sonrisas y paso firme. Fueron las horas en las cuales, mientras que se retorcían entre pellizcos los estómagos, se pusieron los cimientos de un grupo organizado con carácter humano, que desde una pretendida derrota infringida a la causa por el desdén de la mayoría, supo poner la otra mejilla. Como consecuencia de aquellos momentos de lucidez, saciamos el apetito de aquellas melladas y torpes vírgenes necias, que se acurrucaron a las puertas de la tan deseada Beatriz, a la que el poeta convirtió en un símbolo de la fe y en guía y protectora celestial. Pese a todo, siguen sin aceite en sus lámparas. Comieron nuestra comida, bebieron nuestros vinos, olieron nuestros perfumes y se cubrieron, al llegar el frío, con la mitad de nuestras capas. Después, la gula les llevó a vomitar y a volver la vista para adorar a los ídolos. Hoy, como hace 13 años, sin tanta ilusión e inocencia, renuevo o renovamos nuestros votos… Así sea. PD: En la pasividad de los pueblos (o colectivos) está el origen de todas las tiranías. Thomas Paine, intelectual y revolucionario estadounidense de origen inglés. |
De la obra de Klimt, “Jurisprudencia”, a la pervertida democracia formal Gustav Klimt, del que se recuerda ahora los ciento cincuenta años de su nacimiento, nos interpela hacia... (continuar leyendo) |
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04 febrero 2012 Gustav Klimt, del que se recuerda ahora los ciento cincuenta años de su nacimiento, nos interpela hacia una búsqueda incansable como él realizó entre la abstracción, el impresionismo y el surrealismo, dentro de su compromiso con la verdad, hasta alcanzar la nuda veritas. Con su obra “Jurisprudencia”, que junto con “Filosofía” y “Medicina” pendieron del Aula Magna de la Universidad de Viena, trae a colación el pensamiento de seductora fuerza que se hace presente en nuestros días; la voluntad de poder y la demostración de fuerza, a modo nietzscheano, de la democracia formal y sus mamporreros adláteres. La obra de Klimt, es un canto maravillosamente subversivo, donde la figura central es una víctima indefensa de la ley, dentro de un infierno subterráneo. Es importante señalar que, contrariamente a su cotidiano universo femenino, tan recreado también por Goethe y Picasso, y reiterada fuente de inspiración simbólica, nos muestra la humillación del “hombre” sometido, alegoría de los, antaño, conocidos como ciudadanos. El sometimiento y humillación del “hombre”, envuelto por un monstruoso tentáculo con ventosas, es presenciado, como no podía ser menos, en audiencia pública por las ménades griegas, o tal vez por tres desenvueltas bacantes como tres gracias, a las que rodea el infierno en una huera fantasía sexual. Pero me temo que representan a la justicia: ciega, sorda y muda, en la interpretación de ajenidad de la razón común. El historiador Carl E. Schorske, nos indica que las zonas más oscuras impiden contemplar con claridad al fondo un edificio de piedra, que interpreta como el Tribunal Supremo, en cuya terraza se sitúan las figuras de la Verdad, la Justicia y la Ley, figuras femeninas ausentes de vida, acompañadas de las cabezas de los jueces, como bustos romanos. De esta manera, la representación de la Justicia deja paso al castigo “sexualizado, psicologizado como una pesadilla erótica en un infierno frío y húmedo”: la maquinaria judicial, formalmente democrática, se ha puesto en marcha. Ello nos lleva, sin retorcer en demasía la realidad, a un punto de fuga que nos proyecta hasta la actualidad, muy alejada del dorado luminoso y la retorcida pero lúcida lujuria pictórica de Klimt. Las relaciones entre la democracia formal (políticos), pues quien controla el partido controla los órganos representativos, la impartición de justicia (jueces), que subordina su plena independencia a ciertos compromisos políticos y los conocidos de manera impropia como ciudadanos. La democracia formal, hija bastarda de esta política y de esta justicia, prostitutas del mejor postor, serían incapaces de afirmar, como el precitado y uno de los mayores creadores originales de finales del siglo XIX y principios del siglo XX: “Estoy convencido de que no soy una persona especialmente interesante. No hay nada especial en mí. Soy pintor, alguien que pinta todos los días de la mañana a la noche. Figuras, paisajes; de vez en cuando, retratos. (…)”. La “Jurisprudencia”, como tantas otras obras, fue evacuada de Viena al castillo de Immendorf para protegerla de los bombardeos de la II Gran Guerra, y a modo premonitorio de nuevo, de nuestra rabiosa actualidad, fue destruida por las tropas de la SS cuando decidieron quemar el castillo con su valioso contenido para evitar que los soviéticos, en su avance, se hicieran con las mismas. Es mejor destruir que conservar, tuvieron que pensar aquellos majaderos. El “eterno retorno” se nos antoja presente en nuestros soberbios y arrogantes jueces, que esconde sus partes pudendas bajo una toga de miseria funcionarial, ausentes de la vida, que sorben de la cicuta del imperialismo con decisiones sin sentido, arbitrarias y alejadas de la realidad; tantas veces incapaces de comprometerse con los valores de imparcialidad, independencia y motivación. Son como las putas encantadas del viejo oficio pero siempre cansadas que rezuman hastío y nunca tienen un buen día. Barruntan en su imaginario con ser vedettes, aún de segunda, con sueños alterados y poluciones nocturnas. Cuanta verdad existe en la frase ya famosa de “si los jueces además supieran derecho…”. Pero no tienen tiempo, están demasiado ocupados en otros menesteres y vociferando que son independientes, cuestión de la cual no nos cabe duda, independientes de la realidad y del sentido común. Pero tantas veces, demasiadas, dependientes de la irresponsabilidad, corrupción e ineficiencia que no son suficientemente sancionadas. Prueben a criticar formalmente a un juez que ancla su autoridad no en la capacidad argumentativa, sino en la chulería, en la ignorancia, en la prepotencia y en la mala educación, que se revista de estupidez incluso en las puñetas de su toga y verán que la respuesta es tan sencilla como apabullante de sus compañeros de hazañas: Lo que ocurre es que usted no está de acuerdo con la sentencia. Tal cual. Por ello, con antelación, nunca debemos olvidar o mejor, siempre recordar, el viejo aforismo castellano: perro no come perro. Para esos jueces y magistrados patrios, para todos ellos y emulando a Klimt, les dedico como hizo él para con sus críticos la insuperable obra “peces dorados”. Siempre una obra de arte da para mucho más que su sola contemplación. |
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29 enero 2012 Casi sin querer me encuentro con uno de los muchos comentarios que se han vertido sobre la STSJ Andalucía sobre la profesora de religión y moral católica, Dª Resurrección Galera:
Reflexión ante la última sentencia judicial y la Enseñanza Religiosa Escolar.
La pluma la pone D. Juan Antonio Moya Sánchez, que nos indica en su rúbrica que es sacerdote y profesor de religión católica.
Comienza el mismo afirmando que, además de ser necesarios reunir los mismos requisitos de titulación que los funcionarios docentes en el respectivo nivel educativo, se debe poseer la Declaración Eclesiástica de Competencia Académica, siendo imprescindible contar con la
missio canonica, que consiste en un envío o mandato expreso del obispo diocesano.
La realidad es tozuda y se empeña en desvirtuar los inventos que aún a fuerza de repetirlos no entonan música veraz, es decir, no existe ninguna norma que exija como presupuesto a la enseñanza de la religión católica que el profesor haya recibido la
missio canonica que, en virtud del Código de Derecho Canónico, lleva consigo la concesión de un oficio eclesiástico que se nos antoja poco adecuado para aplicarlo a los profesores de religión. Y no solo eso, sino que el concepto de mandato es indefendible, ya que el término viene usado sólo para los casos de “quienes explican disciplinas teológicas en cualquier instituto de estudios superiores deben tener mandato de la autoridad eclesiástica competente”. Difícilmente podría asimilarse una relación de mandato entre los docentes de religión y moral católica y sus correspondientes Ordinarios diocesanos, ya que el mandato general comprende los negocios del mandante, y el mandato especial uno o más negocios determinados.
Por otro lado, el escribiente sostiene que
“dar clase de religión católica no es un derecho que nadie pueda apropiarse al margen de la Iglesia”. Esta afirmación aún conteniendo cierta verdad, tiene un importante calado más allá de su línea de flotación, porque el embeleco está en creer que la Iglesia tiene un derecho originario a la impartición de la religión y moral católica en la escuela pública; enseñanza absolutamente ajena a la del mandato “Id y enseñad” (Mt 28, 19), sino que son los padres quienes tienen el derecho a que los poderes públicos garanticen que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones (ex artículo 27.3 CE). En este entendimiento, la Iglesia tendría un derecho derivado del derecho de los padres.
También nos dice, que
“a los padres se les ha de garantizar no solo la ortodoxia de los contenidos sino también la idoneidad del modelo que los presenta o propone. Resulta del todo imposible hacer creíble lo que no se vive. Defender lo contrario llevaría al enaltecimiento de la hipocresía, dando pábulo a la praxis del famoso adagio de base bíblica «Haced lo que yo os diga…». Lo verdaderamente extraño es que haya personas que quieran hacer bandera de esto”.
Lo que me resulta del todo incomprensible es cómo se deja de lado el Evangelio y lo transmutamos en principios de indefinida abstracción, con la alegría del verdadero costumbrismo de ver la brizna en el ojo ajeno y no reparar en la viga del propio, que no es más que el producto siempre inacabado de una pretendida y forzada superioridad moral que descuida lo más importante de todo nuestro discurso grandilocuente: dar frutos buenos, porque así por sus frutos los reconoceréis.
Continúa diciendo que
“Es inadmisible, y a todas luces, un sinsentido, pretender enseñar religión desde posiciones contrarias a la Iglesia”. Casarse con un divorciado (ella era soltera), que había solicitado la nulidad matrimonial de su anterior unión, no me parece que sea posicionarse en contra de la Iglesia. Es cierto que pudiera no ser lo más “ortodoxo”, pero jamás por principio contrario a la Iglesia. Contrario a la Iglesia de Jesús es la mentira premeditada, el arribismo, la doble moral o la falta de ella, la inmisericordia y un largo etcétera.
Como colofón, tampoco se acierta, desde mi punto de vista, cuando se dice que concurren dos derechos fundamentales: el derecho laboral y el de libertad religiosa, sino que la concurrencia es de una pluralidad de derechos fundamentales que deben ser ponderados, como así ha realizado, primero el TC y después la Sección Segunda del TSJ de Andalucía (Sentencia número 3006/11).
Los derechos fundamentales en pugna lo han sido la no discriminación por razón de sus circunstancias personales (art. 14 CE), la libertad religiosa individual (art. 16 CE) en conexión con el derecho a contraer matrimonio en la forma legalmente establecida (art. 32 CE) y la intimidad personal y familiar (art. 18.1 CE). Por contra, se contraponía la libertad religiosa colectiva, que en el caso concreto ha debido, previa ponderación y test de razonabilidad, claudicar. No se puede pretender, a priori, que el derecho a la libertad religiosa colectiva sea más importante que otros derechos fundamentales a los que tampoco se puede renunciar.
Por último citar a Monseñor Noguer, Obispo de Huelva, que en 2002 afirmaba:
“Esto no quita para que la Iglesia procure con toda la verdad seguir siendo madre y maestra de todos, de modo que, en este y en cualquier caso, los que yerran o se alejan de ella encuentren siempre sus brazos abiertos al reencuentro y al perdón”. Hermosas palabras que no se referían a un profesor/a de religión, sino al cura José Mantero que, según sus palabras, había “alardeado” públicamente de su condición de homosexual y de su “inobservancia del celibato”, lo cual, a su juicio, puede provocar “escándalo tanto para la comunidad cristiana como para la sociedad en general”.
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Gran Hermano y profesores de ReligiónCensura de clérigo "La Iglesia dejará de ser Maestra por no tener maestros" Enredando entre páginas Web, saltando entre una y otra, llegué a... (continuar leyendo) |
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22 enero 2012 Enredando entre páginas Web, saltando entre una y otra, llegué a una muy famosa de contenido religioso que me hizo detenerme en ella algunos minutos. Las noticias -dos de mi interés- cuanto menos eran curiosas: "Suspendido «a divinis» el cura que entró en la casa de Gran Hermano". La segunda noticia en esa misma Web era un artículo de José María Castillo, a saber, "La asignatura de Religión en la escuela", en la que el autor sostenía que ésta era "una asignatura en la que los obispos son los responsables de poner y quitar a los profesores, de aprobar o rechazar los libros de texto, de vigilar lo que se enseña y cómo se enseña en cada centro, de controlar hasta el comportamiento público y privado de los docentes". Además, afirmaba que el problema de la falta de interés en los jóvenes (a partir de los 12 ó 13 años) por la religión, está en la teología subyacente al catecismo. Continuaba diciendo, ahora en referencia a los profesores de religión, que, "la pura verdad es que, en las clases son muchos los que tiran como pueden, a sabiendas de que, a lo que pueden aspirar, es a dos cosas: hacer la clase lo menos desagradable posible y en la clase no decir nada que dé pie para que del obispado les llamen la atención o, lo que sería peor, les pueda costar el puesto de trabajo". Sigo buceando en las páginas y me encuentro con la fotografía del Gran Hermano, D. Juan Molina, sacerdote y religioso de la Congregación de los Misioneros del Sagrado Corazón. La fotografía no tiene desperdicio: cabeza afeitada con bigote y perilla, gafas de sol de moda con protección UV, "chupa" de lo más moderna incluyendo publicidad y motocicleta Harley-Davidson que, me informo, oscila entre 24.000 y 30.000 euros. Además, sonrío para mis adentros, es profesor de religión y moral católica en un centro privado de Barcelona. El que un perfecto cretino se adentre en un programa de entretenimiento como "Gran Hermano", sinceramente y con permiso de la parroquia, me la trae al pairo, es decir, no me perturba lo más mínimo. La cuestión de fondo es que creo intuir que se produce, una vez más, una sin igual desigualdad entre un cretino con imagen de macarra desorejado, que además es sacerdote, religioso y profesor de religión en un colegio privado (entiendo que de la propia Congregación) respecto a los profesores de religión, que son padres y madres de familia y laicos. En el primero de los casos, el de la cabeza afeitada con bigote y perilla, gafas de sol, "chupa" y motocicleta Harley-Davidson, desobedece directamente a sus superiores ante una orden directa - no entrar en Gran Hermano- que se pasa por el forro, mientras hace un flaco favor a la imagen de una Iglesia ya de por sí muy deteriorada, con sus componentes y adornos de faralá, sobre todo en estos momentos de verdadera angustia económica. Pero claro, la angustia va por barrios y no parece que les toque a esos miembros de la Iglesia bien alimentados que se sostienen con nuestras donaciones o con nuestros impuestos directos o indirectos. Pero lo más curioso, es que no hemos sabido que el Ordinario del lugar, esto es, el Obispo o el Vicario diocesano haya propuesto su cese como profesor de religión, pues aunque sea religioso y ejerza en un colegio privado, en virtud del Código de Derecho Canónico:
Pues bien, el Superior General de la Congregación de los Misioneros del Sagrado Corazón, después de haber informado al ínclito D. Juan Molina de los efectos negativos que esta participación podría tener para él mismo, para la Congregación y para la Iglesia, lo suspende "a divinis", nomenclatura desaparecida con el Código de Derecho Canónico de 1983 (hace casi 30 años), lo que a mi entender, supone la invalidez del decreto de suspensión, pues no debe prosperar el principio de irrelevancia del nomen iuris, esto es, de primacía de la realidad, cuando se trata de sanciones, como es el caso de una censura que supone un delito con su consecuente pena y castigo. La pena, contenida en el canon 1333, abarca la prohibición de todo trabajo pastoral por los fieles, la celebración pública de la Eucaristía y la predicación y confesar a los fieles; pena que por otro lado es una obviedad dentro de un programa de televisión basado en la convivencia ininterrumpida en un espacio cerrado, a no ser que el susodicho quiera hacer un poco más el payaso y se le ocurra comenzar a lanzar peroratas. Pero además, la confirmación de la pantomímica puesta en escena es que el propio decreto de suspensión afirma que "es una sanción temporal que tiene como finalidad de suscitar en el P. Molina un deseo sincero de cambio y conversión. Ella durará hasta que sea oficialmente revocada por decreto contrario". Terminan suplicando "a las autoridades eclesiásticas y sobre todo a los obispos más implicados que vigilen para que el P. Molina respete este decreto en el espíritu en que fue dado, es decir, para la protección de los fieles y en vista de su propia conversión". Los superiores del ínclito, no sólo son unos incompetentes redactando decretos, sino además, unos pusilánimes que pretenden que las autoridades eclesiásticas vigilen que se cumpla el decreto de suspensión, es decir, que solicitan de los obispos más implicados que se dediquen al seguimiento del programa "Gran Hermano". Ver para creer... Mi pregunta es lo que hubiese ocurrido en esta historia si el protagonista difiriera sólo por su laicidad y el tipo de centro escolar: público. Muy probablemente, el Ordinario del lugar o su delegado diocesano, cual perro de presa estaría sorbiendo de la yugular del referido, apelando a la libertad religiosa para proponer a las personas adecuadas para la enseñanza e la religión confesional, cesando al profesor sin decreto ni gaita alguna, por su sola y augusta voluntad. También es probable que se estuvieran componiendo y aireando falsas palabras o frases o vidas pasadas, que redactan los comisarios aprendices de la Stasi, para desprestigiar al docente. La Iglesia dejará de ser Maestra por no tener maestros, pero entonces, ¿de qué servirán y ante quién referirán los discípulos? |
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