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 EXPANSIÓN (de la Actualidad Económica Diaria) 08/06/2004. ECONOMÍA Y POLÍTICA - Sociedad y Cultura 

La asignatura de la discordia

PABLO ABAD

    Tras la paralización de la Ley de Calidad de la Educación, la asignatura de Religión vuelve al punto en el que estaba en 1994. Una situación que no gusta ni a los que quieren su desaparición de la escuela ni a los que creen que está devaluada.

    La educación de los más jóvenes en España sigue sufriendo los bandazos propios de los sucesivos cambios de Gobierno, con los problemas que esto implica para los alumnos. La asignatura de Religión es una de las más sensibles a estas modificaciones de rumbo. La última de ellas, muy reciente, tiene que ver con la aplicación de la Ley Orgánica de Calidad de la Educación (Loce) que aprobó el Gobierno anterior.

La Loce preveía un área educativa obligatoria llamada Sociedad, Cultura y Religión, con dos opciones: una confesional (de las distintas religiones que tienen acuerdos con el Estado) y otra aconfesional. “Por primera vez, la Ley ofrecía una alternativa muy buena a la Religión. El estudio del hecho religioso permitía entender mejor nuestra cultura: lo que es una catedral gótica, un cuadro de El Greco, etcétera. La Ley era muy positiva porque distinguía entre una asignatura vivencial y otra de conocimiento del hecho religioso, algo que era muy avanzado y positivo, que permitía una visión integral del ser humano”, explica Santiago Arellano, director del Instituto Nacional para la Evaluación y Calidad del Sistema Educativo (Inecse) del Ministerio de Educación y Ciencia.

Ley paralizada
    Sin embargo, la paralización de la Ley a principios de mayo por el nuevo Gobierno ha retrotraído el estatus de esta asignatura a la situación anterior: la religión es ahora una materia optativa que todos los centros tienen la obligación de ofertar, y ya no tiene una alternativa aconfesional. Además, deja de ser una asignatura evaluable que se pueda equiparar al resto y los alumnos que no la cursen tendrán unos contenidos distintos, que variarán en función del centro educativo y de la comunidad autónoma.

“Cada centro educativo tiene que ver ahora cómo ocupa ese tiempo en el que parte de los alumnos dan religión. Los niños que no cursan la asignatura están obligados por ley a desarrollar una serie de actividades que nunca pueden ser más contenidos, ya que eso supondría perjudicar a los niños que han elegido dar religión. Con este sistema, se está obligando a los que no la eligen a estar haciendo no se sabe qué”, explica Manuel García, del secretariado del Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza (STEs).

    Ésta es la principal queja de algunos grupos –sindicatos y asociaciones de padres principalmente– que piden que la asignatura de Religión desaparezca de las aulas. Con este fin han elaborado un Manifiesto por una sociedad laica, en el que piden al Gobierno que esta materia sea extraescolar: “Siempre hemos solicitado que la escuela pública sea laica, que haya una separación entre religión y Estado. Nosotros apoyamos que exista la asignatura de religión fuera del horario lectivo, como optativa, y que además no tenga alternativa”, señala Francisco Delgado, miembro de la Junta Directiva de la Ceapa (Confederación Española de Padres y Madres de Alumnos).

Influencia del hecho religioso
Sin embargo, la otra gran confederación de padres, la Concapa (Confederación Católica Nacional de Padres de Familia y Padres de Alumnos), no opina lo mismo. “Nos parece esencial que exista la clase de religión o su alternativa aconfesional. Todos hablamos de la necesidad de educar en valores a nuestros hijos; de que cada día hay más conflictos en la escuela: si se elimina la única forma de ofrecer valores iremos a peor. Defendemos la religión como asignatura evaluable y, para el que no sea creyente, una enseñanza en valores a través de la alternativa aconfesional”, indica Luis Carbonel, presidente de la Concapa.

    Alfredo Sepúlveda, secretario general del sindicato USIT-EP de profesores de esta materia va más allá: “La religión o su alternativa aconfesional son muy importantes. La religión es la base de la cultura. El cristianismo, junto con Grecia y Roma, es uno de los tres pilares de la cultura europea. Deberían conocerlo todos los alumnos, no de forma confesional, pero sí conocerlo”, comenta.

    Esta necesidad de conocer y comprender el hecho religioso es compartida por quienes están a favor de una escuela laica, pero para ellos “el hecho religioso debería estudiarse en el área de Sociales, en Historia o en Filosofía. La religión ha tenido una influencia importante en las artes, las ciencias, las humanidades del mundo occidental. Ahora mismo en la asignatura de Religión se está dando sólo catecismo”, señala Delgado desde la Ceapa.

    Santiago Arellano, desde su experiencia de catedrático y director de instituto, inspector de educación, ex-director general del Gobierno de Navarra y ahora director del Inecse considera que “el saber religioso exige una gran cantidad de conocimientos. No entenderíamos nada sin ver que cada pueblo ha intentado plasmar en la cultura su relación con la trascendencia”. Arellano no comprende que se acuse a la clase de Religión de ser una catequesis. “La asignatura tiene un programa. Para eso hay una inspección, de modo que si no se cumplen los programas, se actúe en consecuencia”, remarca.

Religión y laicidad
    Los grupos que piden que la religión salga de los centros educativos apelan a la laicidad del Estado. Frente a ellos, Arellano lo tiene claro: “¿Acaso conocer va contra algo? Yo no digo que se tenga que afirmar que lo que se conoce es bueno o malo. El saber da libertad. La clase no es una catequesis, sino que sirve para conocer, para formar mi razón. Es un disparate tan grande como no conocer El Quijote. ¿A eso se le llama atacar la laicidad? Ignorar, ¿a eso se le llama laicidad?”, señala.

    En este sentido, Alejandro Quintana, secretario de la Plataforma Nacional contra el Acoso de la Asignatura de Religión, lo tiene claro: “Vivimos en un estado aconfesional, no laico. No existe una religión del Estado, pero todas las religiones tienen libertad para desarrollarse y todos sus ciudadanos tienen derecho a conocerlas y vivirlas”, afirma.

La batalla en torno a la asignatura sigue en plena efervescencia, en espera de una solución definitiva.

Una medida muy polémica
    La paralización de aquellas medidas de la Loce que todavía no se habían empezado a aplicar deja en suspenso a padres, profesores y alumnos. Uno de los principales sindicatos de profesores de Religión, USIT-EP (Unión Sindical Independiente de Trabajadores-Empleados Públicos) ha mostrado al Gobierno su preocupación por el futuro. “Creemos que puede haber entre un 8% y un 13% de los profesores de la materia que pierdan sus puestos de trabajo como consecuencia de la nueva forma de organizar la asignatura de Religión”.

    De hecho, las alternativas lúdicas no gustan a nadie. Santiago Arellano, del Inecse, se muestra muy crítico con el Gobierno en este punto: “Entre dar esta asignatura y no dar nada es muy fácil que muchos se inclinen por no dar nada. Ahí está la responsabilidad de los que mandan. Es una actitud pusilánime y peligrosamente intencionada por parte de las autoridades. Se facilita que determinadas materias dejen de estudiarse con una apariencia de falsa libertad”, señala. Pero los principales perjudicados con la situación de inestabilidad creada son los padres y los alumnos. La Concapa se queja de la falta de diálogo del Gobierno. “Estamos todavía esperando el diálogo. Después de haber tomado estas medidas, ¿de qué íbamos a dialogar, si ya estaban tomadas? Nos ofrecen diálogo, cuando lo que hacen realmente es suprimir medidas sin contar con la existencia de los padres.

    ¿De qué quieren que hablemos después? ¿Del tiempo?”, se pregunta Luis Carbonel. Los contrarios a la asignatura ven inadmisible que se tenga a los niños que no han elegido Religión “en el pasillo, jugando al parchís o pintando” y piden que el derecho de unos no condicione a los otros.

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