Imprimir página

El Mundo, viernes 20 de junio de 2003. Opinión.

RELIGIÓN. CONSTITUCIÓN Y ENSEÑANZA.


La religión vuelve a contar para pasar curso en la enseñanza media, y el PSOE protesta por lo que llama «quiebra del consenso constitucional». No es ése en realidad el problema de fondo: ya cuando gobernaban los socialistas tenía la religión el mismo tratamiento que las demás asignaturas; lo que sucede es que entonces el suspender o aprobar cada una de ellas no tenía gran importancia, porque se accedía al curso siguiente -lo cual era un gran disparate- hasta con una gran mayoría de materias suspendidas. Pero la adaptación de las materias religiosas a la Ley de Calidad sí que plantea de nuevo el fondo de la cuestión: cuando la Constitución proclama la separación de Iglesia y Estado, ¿debe la catequesis católica formar parte del programa de estudios, en igualdad con las matemáticas o la lengua, en las escuelas públicas o con financiación pública?


Porque de lo que se trata efectivamente es de catequesis, de formación en el dogma católico por parte de profesores nombrados por la Conferencia Episcopal. Y esa materia podría aceptarse como optativa, particularmente en los colegios concertados, pero el rango que se le quiere otorgar choca con la laicidad de nuestro sistema político. Más aún cuando se da a elegir entre esa formación en la doctrina católica con una verdadera asignatura de contenido académico como la titulada Sociedad, cultura y religión, que el Ministerio propone como alternativa para los alumnos que no quieran asistir a las clases de catolicismo, y que sí que es equiparable con el resto del currículo al aportar una visión no confesional del desarrollo histórico de las relaciones entre sociedades y religiones.


Argumentan desde el Ministerio de Educación que nuestra sociedad es la que reclama la educación católica, y que «una gran mayoría» de los padres está a favor de ella. Pero el que la mayoría de los ciudadanos sean -al menos formalmente- católicos no puede cancelar una elección constitucional que fue largamente sopesada hace un cuarto de siglo, y que es uno de los pilares de nuestro sistema de convivencia.


Es aceptable ofrecer formación religiosa de forma complementaria y optativa en un colegio público, cumpliendo así -en el caso de la catequesis- el Concordato, pero no como alternativa a una asignatura de carácter científico, que deberían estudiar todos los alumnos para no crear desigualdades culturales entre ellos. En esa asignatura común sería igualmente lógico, en un país como el nuestro, que la mayor parte del programa se centrase en la historia y los fundamentos de la Iglesia católica.