Todos. Porque la santidad no es privilegio de unos pocos. Porque no es
una meta o un ideal inalcanzable y utópico. Porque santidad es
la actitud de quienes aceptan a Dios y siguen su plan de vida; o sea,
la actitud de quienes se constituyen en el Reino de Dios.
Y porque, para alcanzar esta santidad, uno no está solo: contamos
con muchas cosas. Contamos, ante todo, con la palabra y con el ejemplo
de Cristo; con la gracia de Dios y sus dones; con la fuerza de la oración
y de los sacramentos; con los cristianos que nos rodean; y contamos con
los que vivieron a lo largo de la historia.
De esta manera, todos estamos llamados a constituir el Reino de Dios.
Y a todos nos es posible.
|
Todos estamos llamados a la santidad:
cumplir el Plan de Dios
|
|